Jugaba su equipo y su novia se lo apagaba sin que supiera. Cansado y creyendo que era una falla del aparato, termina destrozándolo.
Durante el partido entre Turquía-Croacia (0-1) de la Eurocopa 2016, un fanático turco sufrió en sus propias carnes la broma más cruel que un aficionado pasional puede soportar: su novia le apagaba la tele, a través del smartphone, cada vez que su equipo tenía una ocasión de gol.
En un principio, el joven, aunque excitado por los lances del encuentro, soporta a duras penas las continuas interrupciones en la retransmisión.
Pero poco a poco se va calentado como una olla a presión, hasta que al final explota.
Como si no hubiera un mañana, el hooligan grita, jura en arameo, estrella el control remoto, y al final, cuando su sistema nervioso dice basta, deja el lugar como si hubiese pasado un tornado.
Si la novia hizo esto como terapia de choque y para ver cómo reacciona su pareja ante situaciones límites, creo que logró su objetivo.