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Conocé las palabras que llegan al diccionario: Remanija, mandar fruta y tuca

La Academia Argentina de Letras actualizará este año el Diccionario del habla de los argentinos.

05/05/2018

Mouse, estar remanija (muy excitado o entusiasmado por algo), mandar fruta, tuca (la colilla de un porro). Nadie puede poner en duda que estas palabras ya son parte de la argentinidad en la lengua. Pero este año, lo serán "oficialmente", cuando la Academia Argentina de Letras (AAL) tenga lista la nueva edición del Diccionario del habla de los argentinos, que incorpora 1.500 nuevas palabras.

La biblia de los argentinismos también señalará como en desuso 460 términos, más otros que se resignifican, como "tirar la cadena" (en el baño), en lugar de "apretar el botón", que se sigue usando pero, literalmente, dicen otra cosa.

Más ejemplos de las nuevas palabras de la 3° edición: pelopincho, choricera (se incorpora en femenino, lo mismo que todos los roles, profesiones y oficios), cartonear, estoquear. En el caso de tanga, que será definida como "prenda interior o de baño que deja las nalgas al descubierto", se incorpora como argentinismo porque acá es una palabra femenina cuando en España es masculina y en vez de "la tanga" dicen "el tanga".

Sobre por qué, por ejemplo, recién ahora el diccionario incluirá estas palabras, Santiago Kalinowski, director del departamento de Investigaciones Lingüísticas y Filológicas de la Academia Argentina de Letras, dice que esa "lentitud" es una percepción.

"Hay una percepción de que los cambios son más rápidos por el salto tecnológico que generó la aparición de nuevas palabras. Pero las modificaciones en el lenguaje son muy lentas", asegura Kalinowski; y explica que si no fuera así, los hablantes perderían la capacidad de entenderse.

El académico precisó que "serán solo 100 o 150 (palabras) las nuevas, lo que sucede es que se usan bastante y entonces parece que son muchas, pero es una cifra muy marginal en relación a la cantidad que maneja un hablante para comunicarse y que tiene en su léxico pasivo".

La Academia Argentina de Letras,, fundada en 1931, registra las voces y frases de todas las regiones de la Argentina, así como sus distintos niveles de uso. Muchas de las palabras incorporadas en las últimas décadas provienen de la tecnología y las nuevas generaciones. También son una postal de los debates locales, como la igualdad de género.

Postear, googlear o tuitear, ejemplos del nuevo léxico tecnológico, no estarán en el diccionario de argentinismos porque se incorporan al español general​, no representan un uso específico en nuestro país. Diferente es la situación de mouse, porque en España lo llaman "ratón".

Entre las últimas incorporaciones en el diccionario del habla de los argentinos también están "pilotearla", "romperla", "manotear" y "zarpado".

Kalinowski destacó que son los jóvenes en general "los que introducen nuevos términos", aunque su lenguaje "siempre recibió una evaluación negativa, el mismo estigma, a partir de ser considerado como una degradación de la lengua, por parte de ese otro registro, que es más culto y más cuidado".

En tanto, dice el lingüista, las palabras en desuso que se registrarán serán unas 460, que tienen alguna marca diacrónica, como desusado, poco usado y obsolescente, todos grados del mismo fenómeno.

Curdela, figureti, gilastro, o asalto (como fiesta informal) están entre las palabras en retirada. A la vez, la tecnología arrasó con las rotativas, el fax, la máquina de escribir, el teléfono público y los locutorios.

Más ejemplos: Rebobinar la cinta, gomina, vaquero, moviola, afilar (como noviar), bofe (como feo), churro (como lindo), bagarto, chinchudo (como enojado), pilchas, meter el perro, filito, "es un traga", "arrastrar el ala", "pasado de rosca", "es un banana", son algunas de las palabras y frases que quedaron congeladas, que hablan de otros tiempos.

También está el fenómeno de la "lexicalización", que se refiere a cuando se olvida el origen de una expresión y pasa a querer decir otra cosa "porque los hablantes se desentienden de lo etimológico de ese concepto", dijo el investigador.

Un ejemplo claro es "mostrar la hilacha", que "en su origen es una expresión antisemita porque viene de cuando alguien dejaba ver que era judío porque se le veía lo que usaba debajo de la ropa; eso se lexicalizó. Nadie puede acusar de antisemita a quien usa esa expresión porque ningún hablante tiene conciencia de su origen. No tiene un sentido discriminatorio", señaló Kalinowski.

Otra expresión que está en la frontera de la lexicalización es "trabajé como un negro". "Mucha gente la tiene lexicalizada, es decir, desentendida de su origen, aunque como está la palabra negro, su uso puede indicar discriminación. Yo prefiero no usarla", cerró el investigador.