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Una dieta baja en carbohidratos ayuda a mantener la pérdida de peso

Reducir su ingesta aumenta el gasto de energía, por lo que puede ser efectivo en el tratamiento de la obesidad, sostienen investigadores estadounidenses.

16/11/2018

Bajar de peso es difícil, pero después de lograr el objetivo viene una tarea nada menor: el mantenimiento. Y no es fácil porque con la pérdida de kilos el hambre aumenta y el gasto de energía disminuye, mecanismos fisiológicos a través de los cuales el organismo se defiende contra el cambio de peso a largo plazo. ¿El resultado? Entre el primer y el segundo año de iniciada la dieta muchos vuelven a su peso inicial. Seguir una alimentación baja en carbohidratos podría ayudar a mantenerse, lo que favorecería el tratamiento de la obesidad, afirma un nuevo estudio.

El trabajo publicado en el British Medical Journal fue realizado entre 2014 y 2017 por investigadores del Hospital de Niños de Boston, de la Facultad de Medicina de Harvard y de la Universidad Estatal de Framingham, entre otras instituciones estadounidenses.

Se sabe que los factores genéticos afectan el peso corporal, lo que explica algunas de las variaciones en el índice de masa corporal (IMC) entre las personas. No obstante, estos factores genéticos no pueden explicar por qué las personas promedio de hoy están "defendiendo" un peso corporal mucho mayor que hace 40 años, destaca el artículo.

Se sabía que el gasto energético disminuye con la pérdida de peso, predisponiendo a recuperar kilos, no obstante se conocía poco sobre cómo influye la composición de la dieta en esa respuesta metabólica adaptativa a largo plazo.

"Este análisis es el estudio sobre alimentación más grande que se ha realizado para probar el 'Modelo de carbohidratos e insulina' y proporciona una nueva forma de enfocar el tratamiento contra la obesidad", resalta el investigador principal, David Ludwig.

De acuerdo con este modelo, "los carbohidratos procesados que inundaron las dietas bajas en grasas elevaron los niveles de insulina y, como consecuencia, las células grasas almacenan un mayor número de calorías", explica.  Entonces, con menos calorías disponibles para el resto del cuerpo, el hambre aumenta y el metabolismo se ralentiza, desembocando así en la ganancia de peso.

Tras pasar varias instancias de selección, 164 participantes que habían logrado una pérdida del 12% de su peso fueron asignados al azar a una de las tres dietas que incluyeron niveles altos, moderados y bajos en carbohidratos. El seguimiento duró veinte semanas, en las que se evaluó también la secreción de insulina, las hormonas metabólicas y el gasto total de energía, es decir, las calorías quemadas.

Los resultados demostraron que el gasto de energía total era significativamente mayor en la dieta baja en carbohidratos, porque los participantes quemaron alrededor de 250 calorías más por día que aquellos que habían seguido la dieta con una mayor ingesta de carbohidratos.

Esto "se traduciría en una pérdida de peso de aproximadamente 20 kilos después de tres años", asegura la investigadora Cara Ebbeling.

Asimismo, según subraya el estudio, la diferencia en la quema de calorías entre las dietas bajas y altas en carbohidratos fue mucho mayor en aquellas personas con altos niveles de secreción de insulina con un promedio de 400 calorías quemadas por día.

A partir de los resultados, los autores sostienen que una dieta baja en carbohidratos podría aumentar el gasto de energía durante el mantenimiento de la pérdida de peso y que este efecto metabólico podría mejorar la efectividad del tratamiento de la obesidad.