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La historia del "asesino del acueducto", cuya cabeza se conserva en formol hace 176 años

Se trata de Diogo Alves el cual fue sentenciado a muerte cuando tenía 31 años por haber cometido al menos 70 asesinatos.

19/12/2019

Diogo Alves nació en la comunidad española de Galicia, en el año 1810. El 19 de febrero de 1841 fue sentenciado a muerte, por haber cometido 70 crímenes a lo largo de cuatro años. Alves aterrorizó a todo Portugal, con sus asesinatos en serie. Su nombre causaba escalofríos y con el tiempo lo apodaron como “El asesino del acueducto”. Le otorgaron aquel alias ya que asaltaba y ejecutaba a sus víctimas en la pasarela del señorial Acueducto de las Aguas Libres (uno de los principales accesos a Lisboa en aquella época).

El temido asesino Diogo Alves se había criado en una familia de campesino, bajo el contexto de extrema pobreza. Para conseguir un futuro mejor, migró a Portugal, donde trabajaría como sirviente de distinguidas familias de la época. Sin embargo, se ganaba la vida a su vez de otra manera. El criminal tenía un claro modus operandi. Con una navaja golpeaba a su víctima, le robaba los objetivos de valor y la tiraba por el acueducto con el fin de simular un suicidio. Una historia clave para la trama de una película de Stephen King.

Por mucho tiempo, la policía local pensó que se trataba de una ola de suicidios. No obstante, la mente siniestra de Diogo Alves era la responsable de cada uno de los decesos. Cuando se comprobó que se trataba de un enigmático asesino, las autoridades decidieron cerrar el acueducto. Si bien creían que la medida cesaría con los crímenes, se equivocaron. Diogo Alves no se quedó quieto, sino que multiplicó la apuesta.

El joven formó una banda delictiva que se dedicaba a robarle a reconocidas personalidades del país. En uno de los episodios, ingresaron al hogar de un emblemático médico, a quien lo asesinaron junto a toda su familia. De esta manera, el pueblo portugués le obligó a la justicia que accione y encuentre de una vez al responsable.

El final de Diogo Alves

En 1939 lo encontraron. Diogo Alves fue juzgado un año después y recién para 1941 condenado a la horca. Lo curioso del caso fue que fue acusado únicamente por el crimen del médico y no por todos los restantes.

Una vez muerto, los científicos decidieron conservar su rostro en un frasco con formol. El mismo se encuentra en la sala de anatomía de la Facultad de Medicina de la Universidad de Liboa. Luego de 176, la mirada de aquel asesino en serie sigue presente entre nosotros.