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Opinión y Actualidad

"The Devil All the Time" más allá del mundo arácnido de Tom Holland

La película cuenta una historia lúgubre, tensa, aparentemente desesperanzadora, pero que ofrece un buen lugar para resaltar la importancia de los vínculos familiares y la redención.

28/09/2020

Por Humberto Sánchez Amaya

En el pueblo de Knockemstiff, en Ohio, parece que no hay Dios. Hay plegarias, pero el misterio está en su destino y sus efectos. No se sabe su efecto, ni las consecuencias de cada acción.

La película The Devil All the Time es un tenso melodrama, violento, sorpresivo, atractivo y complicado sobre los demonios de cada individuo y sus repercusiones en el resto. Hay fanatismo, culpa, locura, depravaciones, obsesiones, pero también compasión y redención.

El largometraje muestra al actor Tom Holland sin el traje de Spiderman, en un rol que se deslinda de la imagen del ideario popular del mundo de superhéroes, para ahora destacar con un papel de un joven que busca sobrevivir a tanta tormenta.


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Willard Rusell (Bill Skarsgård) intenta sobrellevar los traumas de la guerra. La imagen de un militar superior crucificado por el enemigo lo acompaña siempre. No es fácil superar la escena tan dantesca que exige sacrificar al aliado. Se aleja de Dios, pero luego lo busca para salvar al ser amado, su esposa enferma, Charlotte (Haley Bennett), con quien tuvo al pequeño Arvin (Tom Holland).

Un panorama cruel en el que la religión o, mejor dicho, las personas que se vinculan a ella tienen un peso que subraya el mensaje del director Antonio Campos, que ha participado en Cannes por el largometraje Afterschool (2008) y el cortometraje The Last 15 (2007).

Pueblos que quedan en medio de la nada, aparentemente olvidados de toda piedad y misericordia, donde la fe depositada puede ser vista como omitida. De hecho, el simbolismo de la cruz sostiene buena parte del filme, sus interpretaciones, su transgresión como objeto de venganza, la tergiversación ante la desesperanza, y la consecuente indiferencia de quien deja de creer.  


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En The Devil All the Time, Arvin es abandonado por un padre que no soportó la muerte de la pareja amada. Es llevado a casa de la abuela, quien ya criaba a una niña cuya madre fue asesinada.

El joven Arvin y la niña Helen Hatton (Mia Wasikowska) crecen como hermanos. Se acompañan y apoyan, pero la desgracia siempre los ronda, como si pagaran todos los errores de sus antepasados, el dolor es tan común que se vuelve violento para el testigo.

Entonces también fallan las instituciones, o lo que se espera de ellas. Llega un nuevo reverendo. Se llama Preston Teagardin (Robert Pattinson), descortés, hiriente y extremadamente hedonista. No hay salvación con él.

The Devil All the Time ha sido una de las películas más vistas en Netflix recientemente. Con un ambiente lúgubre, trágico, en el que convergen distintas historias que paulatinamente se van entrelazando, Antonio Campos logra captar la atención con un entretejido en el que la desesperanza iguala a sus personajes, que son víctimas de tanto infortunio, o son quienes lo ocasionan.


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En ese contexto, Arvin busca cómo evitar los salpicones, tanto para su tranquilidad como la de su familia, especialmente la de su abuela y su hermana, aparentemente las más vulnerables. La abuela lo es cuando ve que sus creencias tal vez no la salvarán, y la hermana, por la ingenuidad ante un mundo que todavía no descifra.

The Devil All the Time, sin embargo, no es derrotista. Antonio Campos consigue una obra en la que hay venganza, sin dudas, pero también hay pequeños espacios para la redención, no sin dejar a un lado la incertidumbre que predomina durante su metraje, pues el joven Alvin nunca estará a salvo, como da a entender en sus reflexiones finales ante las inciertas posibilidades de librarse de las consecuencias de sus actos. Es una película larga, pero bien llevada en sus conexiones de derroteros.

Hay un trabajo de dirección que sale bien librado, apoyado además de una fotografía a cargo de Lol Crawley que ahonda con imágenes en cada sentimiento a resaltar. La soledad más sórdida y el desasosiego que sumerge a sus protagonistas en compenetración con quien observa cada escena.

Tom Holland además demuestra que hay futuro después de su mundo arácnido, aunque tal vez cueste un tiempo, pues Robert Pattinson todavía genera sentimientos encontrados, a pesar de un trabajo sólido y bien ponderado demostrado en filmes como Good Time (2017), The Lost City of Z (2017) y The Lighthouse (2019). Ya dejó de ser el caricaturesco vampiro brillante de aquella saga. Olvidar es deber.

Ya se verá. Mientras, dejan constancia de un trabajo actoral sólido, que corresponde a un guion exigente, a una historia que además pudo haber sido tediosa, y redundante, pero que manifiesta sorpresa como la vida, incierta, pero también con algunas recompensas y encuentros con cierta paz, aunque el camino sea arduo. Además, con un directo respaldo a los vínculos familiares, a pesar de los traumas.