Peter es un sacerdote “gringo” que habita en algún lugar de México. Hace 11 años participó en un exorcismo, sin el permiso del Vaticano, lo cual le ha traído consecuencias, buenas y malas, en su vida presente. Continúa ayudando a los miembros de su congregación no sólo en la parte espiritual sino dándoles comida y medicinas; sin embargo, parece ser que el diablo lo ha vuelto a encontrar.
Por Ivonne Koike
Para Frecuencia Geek
O eso parece indicar una llamada de la cárcel local, donde es requerido por una joven que está acusada de matar a un hombre y que, según los guardias, necesita ayuda divina, ya que su comportamiento no corresponde a una mujer con problemas mentales, ahora, el Padre Peter deberá arrepentirse de sus pecados para estar listo para la batalla.
Una de las características que salta a la luz a los pocos minutos de iniciar el metraje, es la similitud de las tomas con el clásico El exorcista, de la cual ésta cinta es un homenaje. Podemos ver calles desiertas y a Peter alumbrado apenas por el reflejo de una lámpara. La primera posesa, encarnada por Irán Castillo, nos remite a una joven Linda Blair, lacerada y deformada por la maldad que ha tomado su cuerpo, además el vómito verde regresa para cerrar el parecido.
La trama es hasta cierto punto predecible debido a que las conversaciones entre el padre y sus superiores parece girar en torno a lo que será el final del filme; sin embargo, el desarrollo de la historia es ameno debido al humor negro que no sólo el demonio utiliza, sino a los comentarios ácidos sobre México entre el par de estadounidenses y que, ciertamente no son en vano.
Las actuaciones son buenas. Logran entrar en su personaje y gritar desde el fondo de su alma, lo que ayuda a crear la atmosfera atemorizante que se necesita para realzar la historia. Además, logran mantener la personalidad de sus roles en todo momento, mismo que demuestra un gran control y conocimiento de la psique de los mismos.
Pese a notarse la falta de presupuesto, logran suplirlo bastante bien con un escenario tercermundista, lúgubre y oscuro, donde no importa la suciedad o la oscuridad puesto que está corrompido por la maldad. Además, las otras reclusas fungen como peones del maligno. De igual forma, el maquillaje y el tono de la narrativa produce un efecto que te importe más la historia que lo desagradable que puedan ser estos tropiezos.
Quizás el error más notorio comienza en la recta final donde parecieran secuencias sacadas de The Walking Dead y las “reglas” de los exorcismos son pasadas por alto para terminar en un exorcismo de autor, donde intentan de todo para salvar el alma de la poseída.
Hay que reconocer que la alteración de las imágenes religiosas, en este caso una Virgen y un Cristo, corrompidas por el poder de la maldad, logran causar horror repulsión y asombro por su uso para atormentar a los y las religiosas que se ven envueltas en la historia, además de ser algo hasta cierto punto novedoso y que remite a esta editora a varias historias de terror contadas en el canal de Relatos de la noche.
Salvo algunas películas, el tema de los exorcismos no resulta bien llevado a cabo en pantalla, quizás porque algunas tramas exageran el horror que quieren provocar, teniendo más una mofa de estos ritos que una cinta que provoque miedo. El exorcismo de Dios estuvo a punto de cruzar esa línea donde dejas de tomarla en serio y te ríes en lugar de asustarte, salvándose por muy poco.
La película logra el cometido de entretener y presentarte un escenario –a veces hasta creíble− de cómo sería un exorcismo en algún pueblo olvidado de México, dónde el permiso del vaticano tardaría años en llegar y no hay más armas que la fe y un par de crucifijos e imágenes. Además de una disyuntiva por la que seguramente muchos religiosos han pasado, el amor por una mujer.