Son datos de un sitio de citas para personas casadas. ¿Por qué sostenemos el ideal de la pareja monogámica que come perdices?
Casi el 70% de las personas infieles se sentirían más culpables por dejar a su pareja que por continuar engañándola, según un relevamiento de Ashley Madison, un sitio de citas para personas casadas.
Ocho de cada diez infieles dijeron que están en contra de divorciarse de su pareja. ¿Por qué? Dijeron que es porque se sentirían más egoístas (58%) y más culpables (67%) si lo hicieran que si continúan engañándola.
Entre los principales motivos por los cuales para los entrevistados el divorcio no es una opción, se encuentran el “querer a mi cónyuge demasiado” (46%), “no complicar la situación por los hijos” (19%) y “no ser económicamente autosuficiente” (17%).
Para Christoph Kraemer, Director Ejecutivo Latam de Ashley Madison, “una infidelidad sexual es una forma de autocuidado personal que tiene un impacto muy positivo en nuestro bienestar y, como onda expansiva de este buen estado de ánimo, se benefician nuestra pareja e hijos”.
Sin embargo, desde esta perspectiva se pasa por alto que la infidelidad, como tal, lleva atada consigo la mentira y el ocultamiento, algo que se encuentra en las antípodas de conceptos como la responsabilidad afectiva, que pone por delante cómo influyen nuestros actos en los otros, en este caso, en la pareja.
Además, la mayoría de los miembros confesaron que si se terminara su relación principal se sentirían solitarios y fracasados: solo un 9% sentiría alivio de atravesar un divorcio.
“Es importante comprender que estas personas no perciben su infidelidad como una amenaza a su relación principal, sino como un camino para preservarla a largo plazo, lo cual es una prioridad para ellos”, opina Kraemer.
¿Pareja monogámica que come perdices?
Clarín consultó a la psicóloga Carolina Dome, integrante de la de Red de Psicólogxs Feministas Argentina, sobre esta cuestión: “En la sociedad actual, el ideal de familia, el ideal de la pareja monogámica, aún sigue utilizándose como medida de la felicidad o infelicidad de una persona. Y cuando digo ‘ideal’ me refiero a eso, a algo que no siempre coincide con la realidad. Por eso, creo que acá sigue operando, según estas personas encuestadas, esta idea de que si no tendrían esa pareja o relación, se sentirían fracasados o no solitarios”.
“A veces el ideal va a contramano del deseo. Porque el ideal puede ser movilizante, puede llegar a ponernos en perspectiva y darnos una visión de futuro, pero un ideal también puede ser realmente opresor e ir en contra del deseo. Y ese choque, entre ideas y deseo, me parece que es una de las claves para leer estas contradicciones que aparecen en las respuestas de las personas encuestadas, donde pareciera que no estarían dispuestas a perder, como si no se pudiera perder algo así, como si no habría que resignar nunca nada. ‘No, no estoy dispuesto o dispuesta’”.
¿Qué rol juegan los mandatos (del amor romántico y el matrimonio para toda la vida) en este sentido? “Pareciera que las personas entrevistadas no están del todo dispuestas a resignar algo del orden del deseo que puede tener que ver -en este caso- con ese encuentro sexual, con un affair, con algo del orden de la pasión. Pero tampoco quieren resignar la idea de una pareja”, dice Dome.
Y aquí plantea otro debate, que tiene que ver con la monogamia y sus exigencias de fidelidad: “Las expectativas que se ponen en la monogamia como un ideal de completud, de que la pareja y la fidelidad va a alcanzar para garantizar la felicidad. ¿Qué pasa con este ideal que todavía sigue operando en la cabeza de millones? Sostenerlo implica perder algunas cosas y, a su vez, cuestionarlo implica perder otras”.
Y cierra: “Hablemos y cuestionemos la monogamia misma como contrato de fidelidad absoluto, al cual por ahí se le están colocando demasiadas expectativas que, seguramente, estén destinadas a fracasar”.
Fuente: Clarín.