Durante estos días muchas marcas ofrecen una serie de descuentos y beneficios para homenajear a los alfajores.
Ayer, domingo 1 de mayo, por iniciativa de un grupo de kioskeros, comenzó la Semana del Alfajor, para celebrar a una de las golosinas más vendidas del país. Esta creación tuvo tanto éxito que incentivó a la industria a ampliar sus variedades y estilos.
Para estos días muchas marcas ofrecen una serie de descuentos y beneficios para homenajear justamente a los alfajores. En conmemoración de este postre, merienda o desayuno, dependiendo de cuándo se consuma, estas son diez curiosidades sobre nuestra golosina preferida.
Aunque parezca mentira, los primeros alfajores llegaron de Andalucía, España, y fueron creaciones de los árabes. Así es, estaban hechos a base de miel, nueces, pasta de almendras y especias. En los tiempos de Al Andalús, cuando los árabes ocupaban todo el sur español, lo llamaban “Al Hasú”, un vocablo hipano-árabe que significa “el relleno”.
Si bien el alfajor argentino no tiene partida de nacimiento, sus primeros antecedentes eran tortas fritas pegadas con dulce de leche. Se sabe que las primeras ventas las hicieron reposteros ambulantes de origen africano que llevaban canastas colgando del cuello.
El alfajor santafesino se hizo famoso en 1851, cuando los constituyentes de 1853 hacían sus tertulias en casa de Hermenegildo “Merengo” Zuviría, en cuyos bajos se fabricaban alfajores. Los ilustres legisladores llevaron a sus ciudades estas golosinas como souvenir, que se volvieron famosas en poco tiempo.
Los primeros alfajores empaquetados por docenas se vendieron en una pulpería de Buenos Aires en lo que hoy es la esquina de Emilio Mitre y Av. Rivadavia, cuyo dueño era un tal Nicola.
Los alfajores, que se vendían en confiterías, fueron de factura artesanal hasta la década de 1930. Las primeras marcas comerciales en industrializar la producción fueron El Trébol y Santa Mónica.
El dulce de leche, principal ingrediente de un alfajor, no es únicamente argentino. En otros países se lo conoce con distintos nombres, desde “manjar blanco” en Chile y Perú, “doce de leite” en Brasil, “queso de urrao” en Bolivia, “arequipe” en Colombia y Venezuela, “dulce de cajeta” en México, “fanguito” en Cuba, “milkjam” en los países sajones, “caramel” y “ravadi” en Italia, y “confiture de lait” en Francia. Si bien tienen sutiles variaciones, la base es la misma.
Mar del Plata es la cuna de algunos de los alfajores más tradicionales, como Havanna, creado por Benjamín Sisterna en 1947, Trassens, de masa esponjosa, ideado en 1950 por Dionisio Trassens, y Balcarce, marca nacida en 1958.
Hubo golosinas famosas que también se convirtieron en alfajor, como Tofi, Cabsha, Bon o Bon, Tita, Shot y Pepitos. Esto habla del poder que tiene el alfajor como producto popular.
Capitán del Espacio, actualmente un alfajor de culto, fue obra de Ángel de Pascalis en el año 1961, y le dio el nombre a su producto inspirado por el furor por los viajes espaciales que había en esa época. “Yo me quedé en el tiempo y ese fue mi éxito”, afirmó el veterano empresario.
El primer alfajor triple vino de la mano de Fantoche, que se animó a largarlo al mercado en el año 1969 y registró los derechos sobre su creación. En los años 1990, otras marcas se animaron a imitar el producto con otros nombres, y está a la vista que no les fue para nada mal.