La actriz de La Bruja reveló un curioso secreto de su infancia aún advirtiendo que quedaría como “una rara” ante los que vieran la entrevista.
“Voy a quedar como una rara en tu programa”, fue lo primero que le dijo Anya Taylor-Joy a James Corden durante una de sus recientes visitas. Allí, contó cuál era la actividad que la apasionaba cuando era pequeña, que hasta la metió en problemas con sus padres. Por supuesto, no hablamos de nada que tenga que ver con ocupaciones como el ajedrez que le tocó jugar en Gambito de Dama, ni nada cercano al sacrificio de niños como cuando fue parte de La Bruja.
“Fui muy afortunada y me crié con caballos, perros y gatos”, explicó la actriz de El hombre del norte, en donde dejó muy en claro que la apasionan los animales. Desde los ocho años, Anya Taylor-Joy mantiene una dieta vegetariana y hasta tuvo una pequeña transición al veganismo pero volvió a comer otros derivados de lácteos o que estuvieran hechos con huevo. Y es, precisamente, este último elemento el que la llevó a meterse en problemas con su familia.
Anya Taylor-Joy
“Me encantaba todo lo que fuera que saliera de un huevo. Me encantaba. Amaba las gallinas y los patos. Todo lo que quería de niña era una incubadora. Pero mis padres no me la dieron, porque tenía 5 años, tenía sentido”, reveló la actriz. Lejos de conformarse con esta respuesta de sus progenitores, optó por buscar una solución más casera. Así, comenzó a robarse huevos para darles calor a lo que ella creía que eran pichones de gallina a punto de nacer.
“Decidí que otra forma de incubar los huevos era robándolos de la cocina, manteniéndolos cerca mío, en una bolsa. Así que andaba con esto por todos lados. Fue tan terrible que mi mamá tuvo que poner bajo llave la cocina porque iba todas las noches a robarme un huevo después que se dormían”, contó. pero como si esto fuera suficiente, la actriz reveló que llevó esta práctica a su colegio: “Convencí a todos en la escuela de hacer lo mismo y meter la mano en el horno con los huevos, era muy querida entre los padres”.