Santiago del Estero, Viernes 29
Marzo de 2024
X
Opinión y Actualidad

Messi en la MLS: no es el paraíso futbolero, pero tampoco un retiro de lujo

La noticia conmovió al universo del fútbol. La liga de los Estados Unidos está lejos de la tradición y la historia de las europeas, pero no merece ser subestimada.

08/06/2023

En abril de 1996 el equipo de San José y el equipo de Washington (los nombres no importan porque cambian cuando cambian los dueños), jugaron el partido inaugural de la Major League Soccer en un, en ese entonces, desangelado estadio de la ciudad californiana. Hasta allí llegué como enviado especial de la revista El Gráfico, y para quien estaba habituado al fútbol de la Argentina y de Sudamérica, fue un partido extraño, en un campo de juego pequeño, propio del fútbol universitario o amateur.

Recuerdo pocas cosas, pero sí que el gol de San José lo marcó Eric Wynalda, también delantero de la Selección de los Estados Unidos; y que poco tiempo después Diego Soñora -a quien conocía de Boca-, y que había llegado para jugar en Dallas, al salir de un vestuario me dijo con fastidio “estos tipos no saben jugar al fútbol”. Su sentencia fue contundente, pero seguramente tenía algo de razón.

Aquellos equipos, aquella Liga, el estadio, estaban lejos del fútbol de primer nivel. No era competitivo.

Pasaron casi 30 años.

La MLS es hoy una liga de 29 equipos con una valuación promedio de US$ 529 millones, y Los Angeles Fútbol Club, campeón de la temporada 2022, fue el primero en alcanzar un valor de 1.000 millones de dólares. San Diego, la última franquicia incorporada, pagó 500 millones de ingreso, pero como además cada sociedad debe asegurar la construcción de un estadio y el armado de un plantel, la inversión se acerca a los mil millones.

Desde 1996 se construyeron 22 estadios específicos de fútbol, y 3 (entre ellos el Mercedes Benz Stadium de Atlanta, considerado uno de los más modernos del mundo) que también pueden ser utilizados para otros deportes. Con poca historia, pero también con menos nostalgia, se da el caso de la franquicia de Columbus, que ya construyó dos estadios, el último inaugurado en 2022.

Todas las sedes elegidas para el Mundial de 2026 tienen un equipo de la MLS con presencia consistente de hinchas. En estas casi tres décadas Estados Unidos “construyó” hinchas de equipos y ya no sólo aficionados atraídos por estrellas en retirada.

Para quien gusta de los números, la MLS fue la sexta liga que más jugadores aportó al Mundial de Qatar de 2022.

En el plano opuesto, aún ofrece imágenes indignas de un campeonato de jerarquía. Quizás la más notable sea la del City de Nueva York jugando en el estadio de los Yankees. Es un escenario legendario, pero de béisbol. La forma de diamante de su campo de juego es impropia del fútbol.

Hay otra certeza que merece ser revisada. La supuesta competitividad del fútbol en los Estados Unidos. La MLS es competitiva porque así se organizan las ligas deportivas en ese país. Por eso el peor equipo de la NBA tiene prioridad para elegir al mejor jugador en el draft siguiente. El déficit de la Major League Soccer no es la competitividad interna, sino la internacional. Lo que la debilita es su pertenencia a la CONCACAF, que por presupuestos reúne a equipos de menores posibilidades e infraestructura. Sólo México representa la posibilidad de duelos exigentes con continuidad.

A propósito, el campeón 2022 de la Copa de Campeones de la CONCACAF -la Libertadores de Centroamérica y América del Norte-, fue el Seattle Sounders, con el uruguayo Nicolás Lodeiro como líder. Si hace 30 años los equipos mexicanos se divertían con los de los Estados Unidos, eso ya no ocurre.

La MLS no es la liga española, ni mucho menos la inglesa, ni la italiana, ni la argentina. No tiene esa tradición ni esa historia. Pero es un torneo serio donde importa el resultado. A nadie que invierta 1.000 millones de dólares le da lo mismo ganar que perder.

La cultura deportiva del país es otro dato. La NBA, el fútbol americano y el béisbol son los ejemplos. El deporte es una parte central de la vida del norteamericano promedio, y si bien el fútbol no alcanza ese compromiso, su base de sustentación forma parte del mismo universo y no queda ajena a esa mentalidad.

Luego están las diferencias culturales. “Acá la derrota se vive de un modo más intelectual”, explicó Guillermo Barros Schelotto, de paso irregular como DT del Galaxy de Los Angeles. Quiere decir que no se rompen estadios ni se tiran piedras (en general) pero se toman decisiones vinculadas a los resultados.

“Creí que aquí iba a jugar con el cigarro en la boca”, se sinceró Gonzalo Higuaín a poco de llegar a Miami y cuando era criticado por su pobre rendimiento. No sólo no jugó con el cigarro, sino que le costó un par de años destacarse.

El Tata Martino, ex entrenador de la Selección Argentina y luego del Atlanta United, con el que fue campeón en 2018, merece una consideración especial. Su aporte fue decisivo para cambiar el modelo de negocio entre los inversores dueños de los equipos. Llegó, armó un plantel de jóvenes, fue campeón en su segunda temporada y vendió al paraguayo Miguel Almirón al Newcastle inglés en 26 millones.

Fue el punto de inflexión que modificó la idea de buscar estrellas camino al retiro (aunque siempre hay excepciones) para contratar jóvenes como paso previo a Europa. Por eso Thiago Almada juega en Atlanta y se prevé su venta en 30 millones.

A este torneo llegará el rosarino. No es el paraíso futbolero, pero no merece ser subestimado ni analizado a partir de viejos prejuicios. Si la preocupación es que garantice la vigencia de Messi, la Major League Soccer está en condiciones de hacerlo. El equipo que lo recibe, último en las posiciones de su conferencia, es un problema mayor. Pero la idea de que este paso significa un retiro de lujo anticipado del mejor del mundo no es cierta. Todo dependerá de él.