Investigadores sostienen que las personas que tienen trastornos alimentarios deben realizarse exámenes visuales con cierta regularidad para saber si padecen esta enfermedad.
Un estudio de la Universidad Anglia Ruskin del Reino Unido confirmó que las personas con diabetes, que además sufren de anorexia o bulimia, tienen tres veces más probabilidades en comparación con otras personas en desarrollar una afección ocular llamada retinopatía diabética.
Es por eso que quienes sufren de trastornos alimentarios deben hacerse exámenes de la vista con regularidad, además de informarle al médico sobre estos padecimientos, ya que esto podría ayudar a salvar su visión.
Lo cierto, es que “la retinopatía diabética se desarrolla cuando los niveles altos de azúcar en la sangre dañan los vasos sanguíneos de la retina, es decir, la capa de tejido sensible a la luz en la parte posterior del ojo. Estos vasos sanguíneos pueden hincharse, filtrarse o cerrarse, bloqueando el flujo sanguíneo. A veces, crecen vasos sanguíneos anormales en la retina. Cualquiera de estos cambios pueden causar pérdida de la visión y, en última instancia, conducir a la ceguera”, relató el oftalmólogo Eduardo Prémoli (M.N. 79.372).
Los resultados de este estudio resaltan la importancia de la regularidad en las visitas al oftalmólogo para pacientes con diabetes y antecedentes de trastornos alimentarios. Vale aclarar que las personas con estas condiciones pueden necesitar exámenes de la vista más frecuentes.
Cabe destacar, que los trastornos alimentarios pueden afectar hasta 1 de cada 5 personas con diabetes y este nuevo estudio reveló cómo estas condiciones combinadas afectan los ojos. En tanto, los investigadores examinaron la información de 1.100 personas con diabetes y el estudio incluyó a pacientes con anorexia, una condición en la que las personas intentan mantener su peso lo más bajo posible al reducir la ingesta de alimentos. También incluyó a personas con bulimia, que intentan purgar la comida del cuerpo.
Los pacientes con uno o ambos de estos trastornos alimentarios tenían el triple de riesgo de desarrollar retinopatía diabética en comparación con los pacientes diabéticos sin trastorno alimentario. Si bien no está claro cómo los trastornos alimentarios podrían contribuir a la retinopatía diabética, es posible que estos dificulten el control de los niveles de azúcar en la sangre debido a la ingesta inconsistente de alimentos.
También es posible que algunos pacientes diabéticos con trastornos de la alimentación eviten deliberadamente tomar insulina como una forma de controlar su peso. La Asociación Nacional de Trastornos de la Alimentación anunció que determinó un aumento del 107 % en las llamadas a su línea de ayuda durante la pandemia de COVID-19, y los CDC (Centros para el Control y Prevención de Enfermedades) de Estados Unidos informaron que las visitas a la sala de emergencias relacionadas con los trastornos de la alimentación entre las adolescentes, casi se duplicaron durante este período de tiempo.
Es importante que los oftalmólogos pregunten sobre los hábitos alimenticios, especialmente en pacientes más jóvenes con diabetes. Eso se suma a la vigilancia estrecha de los factores como el tabaquismo, problemas de salud, presión arterial alta y colesterol.
Si se tiene diabetes, o si algún miembro de la familia lo tiene, se debe consultar a un oftalmólogo anualmente para que se le realice exámenes de dilatación de los ojos. La retinopatía diabética se puede descubrir incluso antes de que se note algún problema de visión.
En etapas posteriores de la enfermedad, los síntomas de la retinopatía diabética pueden incluir: ver manchas o hilos oscuros flotando en su visión, una visión borrosa, visión que fluctúa de borrosa a clara, ver áreas oscuras o vacías en su visión, dificultad para ver bien de noche y notar que los colores parecen apagados o descoloridos.