"The Equalizer 3" supone el broche final y el más violento de la trilogía de Robert McCall, el justiciero samaritano de Denzel Washington y Antoine Fuqua.
Por Fran Chico
Para Fotogramas
Han pasado casi 10 años desde que conocimos por primera vez a Robert McCall, un samaritano anónimo que resuelve los problemas de sus seres más queridos y de su entorno cercano a base de puñetazos, tiros y puñaladas. En 'The Equalizer' comprendimos sus actos como justiciero al estilo de los que Charles Bronson y Clint Eastwood interpretaban en los años 70, y en 'The Equalizer 2' profundizamos en su pasado y en su identidad. 'The Equalizer 3', el cierre de la trilogía de acción dirigida por Antoine Fuqua y protagonizada por Denzel Washington, supone el retiro dorado de un personaje que ya se encuentra por encima del bien y del mal y que está más decidido que nunca a imponer su ley, cueste lo que cueste.
Después de enfrentarse a la mafia rusa y a mercenarios de la CIA, McCall se muda a Italia para poner el broche a su cruzada moral desafiando a la Camorra italiana e incluso (indirectamente) al terrorismo yihadista. Y, al igual, que Eastwood en su periplo mediterráneo, su vendetta justiciera se transforma en un spaghetti western en el que, como forastero en el pueblo costero con menos turistas de toda Europa, ayuda al sheriff (Carabinieri) para liberar a sus vecinos de un grupo de forajidos a caballo (mafiosos en moto) después de un encontronazo en el saloon (la cafetería) donde queda claro que no hay sitio para todos en esta ciudad.
Pero los westerns de Leone, Corbucci o incluso del extravagante Lucio Fulci no son lo único que Fuqua toma prestado de sus influencias italianas. 'The Equalizer 3' es, sin duda, la entrega más violenta y sangrienta de la saga y juguetea con el cine de terror, convirtiendo al personaje de Denzel Washington en el asesino en serie sigiloso de un giallo de Dario Argento (calcando además la primera muerte de su obra maestra 'Suspiria'), o en el fantasma gótico de un relato de Mario Bava al atormentar en su mansión a oscuras al villano de turno, en una noche de tormenta, mientras los faros de los coches iluminan la escena de rojo sangre.
Cuando McCall enciende su ya famoso cronómetro y se prepara para convertirse en la máquina de matar para la que fue entrenado, 'The Equalizer 3' nos regala varias de las mejores escenas de acción de la trilogía. Sin embargo, el resto de personajes y de situaciones no funcionan como el ancla a la realidad que se supone que son, y terminan como una pérdida de tiempo, una distracción a veces hasta risible, entre la verdadera chicha.
En su delirio justiciero, que por muy divertido de ver y entretenido que sea no deja de ser una fantasía fascista, el rol de Denzel Washington es controlar el destino de todos a su antojo, buenos y malos. Y, como en las películas de superhéroes donde unos pocos deciden el rumbo de toda la humanidad, tampoco hay que darle tantas vueltas. 'The Equalizer 3' es a su manera una película de mamporros como podrían ser, ya que estamos con los símiles italianos, las de Bud Spencer y Terence Hill. Y como tal cumple con creces.
Para los nostálgicos de los justicieros de los 70 con un toque italiano.