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Opinión y Actualidad

Crítica de "Nowhere": el nuevo y asfixiante thriller español de Netflix

Castillo surca con gracia los incesantes y demoledores vaivenes de su destino.

04/10/2023

Por Manuel D'Ocon
Para Fotogramas

Si en 'Cuando todo está perdido' (J.C. Chandor, 2013) un contenedor de mercancías extraviado entre las olas del Océano Índico sentenciaba el fatal destino de su protagonista (encarnado con brillantez por un austero Robert Redford), en 'Nowhere' (Albert Pintó, 2023) el mismo elemento se convertirá en la vía de escape y vehículo de supervivencia de Mía, una joven embarazada, interpretada por una valiente Anna Castillo, que surca con gracia los incesantes y demoledores vaivenes de su casi imposible aventura.

En una sociedad limitada por la escasez de recursos, aquellos que suponen un mayor "gasto" deben ser erradicados del mapa. De esta forma, las mujeres embarazadas y los niños se convierten en el principal objetivo de las fuerzas que persiguen "preservar" el orden social. Así arranca la historia de Mía y su marido, Nico (Tamar Novas), que deciden salir del país en busca de un futuro en común con la hija que esperan y que está a punto de nacer.

La única posibilidad que se les presenta es el "contrabando humano": unos camiones transportan a las personas que desean escapar hasta el puerto, donde los barcos mercantes se llevarán los contenedores en los que se ocultan. A causa de una serie de catastróficas desdichas, la pareja se ve obligada a separarse y Mía termina quedándose sola y escondida en el interior del contenedor. El destino la llevará hasta una tormenta y la mala fortuna hará que su habitáculo termine flotando en mitad de la nada.

Acompañada únicamente por unos cuantos utensilios y las otras mercancías transportadas (sudaderas, auriculares, televisores, botellas de alcohol y tuppers, muchos, muchos tuppers), comienza el viaje de superación de Mía. Un camino que empezará siendo físico, pero que terminará por adentrarse en los recovecos de su alma y de su pasado. La culpa y el duelo por la pérdida de su familia, ahora muy lejos de su limbo, empiezan a proyectarse como una sombra ante sus ojos. El espectador, cómplice, acude a su rescate, igual que lo hacen los recuerdos de Nico y de su primera hija (desaparecida a causa de las estrictas medidas del gobierno), que se presentan ante ella y la ayudan a seguir.

Rodeado de la inmensidad oceánica, el espacio en el que transcurre la acción se presenta claustrofóbico: solo hay muerte más allá de los muros agujereados del contenedor. Inerte en apariencia, allí se contiene la vida, la esperanza de un futuro mejor. Cuando la protagonista alcanza la paz y recupera su pulsión (la energía necesaria para seguir adelante), el espacio está condenado a desaparecer. El nivel del agua es demasiado alto, el encierro ya no es posible: la vida solo puede suceder en el exterior.

Desde la superficie del contenedor, una balsa y una red deberán asegurar su llegada a tierra. Del mismo modo que en 'Cuando todo está perdido', una mano será la responsable de buscarla y traerla de nuevo a flote.

Empieza así un mundo nuevo. Atrás queda el dolor. En el horizonte solo hay tierra.

La cinta gana fuerza en aquellos momentos en los que la psicología del personaje es analizada y en los que la crudeza del relato se nos muestra cercana y con el foco sobre la protagonista. El globo se desinfla cuando, en pos de crear un artificio más elaborado y creativo, se recurre a elementos excesivamente bien colocados y que rozan lo "mágico". Si bien se trata de una historia que de por sí se apoya en lo "fantástico" del suceso, este extremo puede estirar demasiado la cuerda.

No obstante, el buen mensaje de la historia permanece y deja un poso tras el cierre: la esperanza siempre da un paso más que el hombre.