El relato de tres mujeres que, junto a sus parejas, buscaban prepararse para la llegada de sus bebés y terminaron encontrando una valiosa red de sostén en el complejo y diverso mundo de la mapaternidad.
No era un curso de preparto, era una Tribu, y al igual que sus bebés, se estaba gestando.
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No puedo comenzar a escribir esto sin poner en contexto, y quizás este dato sea de vital importancia para entender un par de cuestiones más adelante en este relato.
Abril de 2020. Dos amigas comparten la feliz noticia de que están embarazadas por primera vez, mientras que en el mundo se desarrolla una pandemia y las restricciones comienzan a ser cada vez más estrictas. El aislamiento social preventivo obligatorio (ASPO) está cambiando estrictamente las formas que hasta ese momento conocía de vincularse, y todo pasó a ser mediado por una pantalla.
Ninguna de las dos primerizas conocía otra forma de cursar un embarazo, más que de las que habían sido testigos en sus núcleos familiares, cuando fue el turno de sus hermanas, tiempo atrás. Ahora se encontraban literalmente solas en sus casas, encerradas, siendo bombardeadas de dudas, incertidumbre y hormonas. No lo sabían con claridad, pero necesitaban una tribu.
Con el paso de las semanas comenzaron a investigar (siempre por redes sociales, claro), sobre lugares y personas que ofrezcan cursos de preparación para el parto, algo que desde el desconocimiento asociaban a “gimnasia para embarazadas”. Así apareció el perfil de Cecilia Cáceres en Instagram, pero la otra cosa que estas amigas no sabían era que a partir de ese momento iban a comenzar a formar parte de un grupo que se fue transformando con el tiempo, y creció tanto que se convirtió en ese espacio de contención en el que unas veinte mujeres madres conformaron la primera Tribu Bienestar.
Efectivamente, lo que descubrieron con el tiempo fue que lo que Cecilia ofrecía no era un curso de preparto, sino que era algo mucho más completo, que trascendía la instancia del embarazo. Ceci, que es puericultora y facilitadora de Biodanza, acompaña a las familias en todo el proceso de la crianza, desde la crianza respetuosa en la que básicamente se contempla a los bebés y niños como lo que son: seres humanos con derechos a vivir y desarrollarse en el seno de una familia que lo acompañe con amor y respete sus tiempos evolutivos.
Para esta nota entrevisté a dos de esas mujeres que formaron parte de los talleres de preparación para la llegada del bebé destinada a parejas gestantes. Ambas asistieron junto a sus parejas, y luego de los nacimientos, continuaron asistiendo a los grupos de Biodanza Mamá y Bebé, dando paso a la configuración de la primera Tribu Bienestar; y me motivaron las siguientes preguntas:
¿Qué significa formar tribu en la actualidad? ¿Por qué hacerlo? Si mi mamá crió cinco hijos y salía a trabajar sola y “sin problemas”, ¿es más difícil ser madre hoy que en el pasado? ¿Por qué toda mujer madre debería tener una tribu?
La crianza es responsabilidad de todos
¿Qué buscabas?
Amiga 1: En medio de la pandemia, buscaba información y conexión con el mundo exterior. Al descubrir el curso, me sentí poderosa y segura, incluso cuando enfrenté el parto. Aunque lo hice sola, encontré apoyo en una familia amiga que compartió esta experiencia conmigo.
El curso no solo me brindó conocimiento sobre el parto y el puerperio, sino que también renovó mi amor, conectó con mi pareja y me hizo comprender mejor a mi hija, aprendiendo a caminar a su ritmo y practicar la paciencia.
Además, me enseñó el respeto hacia mí misma, los demás y el cuerpo de los demás, transformando mi forma de ser como persona y como madre. Hoy, me siento una mejor persona y madre de lo que alguna vez soñé ser.
Amiga 2: Cuando llegué al taller de Ceci, buscaba apoyo en la lactancia durante mi embarazo. La propuesta completa, que no se limitaba solo a la lactancia y tenía un enfoque no biomédico, me convenció de inscribirme de inmediato.
Después de terminar el curso, me sentí no solo más preparada, sino también más informada de lo que hubiera estado de otra manera. Fui al curso con mi pareja en la mayoría de los encuentros, lo que nos ayudó a conectarnos y afrontar juntos la experiencia. Mi mamá también fue parte de este proceso y fue un gran apoyo cuando mi pareja no pudo estar presente.
El curso cambió mi perspectiva, enseñándome a ser más corporal y menos mental durante el parto. Fue fundamental para el puerperio, proporcionándome información anticipada y ayudándome a comprender que el proceso no termina con el nacimiento, sino que ahí es donde comienza verdaderamente. La herramienta más valiosa que obtuve fue aprender a identificar mi red de apoyo para poder sostener a mi bebé mientras los demás me sostenían a mí, especialmente mi pareja, que pudo estar presente y ser mi sostén gracias a lo que aprendimos en el curso.
Conocí a otras familias en el curso, aunque solo mantuve un contacto ocasional con una de ellas. Siempre recomiendo el curso a las familias que esperan un bebé, ya que comprendí que el sistema biomédico no tiene las herramientas adecuadas para abordar integralmente los procesos de vinculación emocional con el recién nacido. Además, el curso permite que la pareja se involucre activamente en las decisiones y en los primeros días del bebé. Mi puerperio fue armonioso gracias a las herramientas que adquirí en el curso, especialmente al aprender a organizarnos como familia y pedir ayuda a tiempo.
Y ahora, la palabra de Ceci: ¿Cómo o cuándo decidiste empezar el taller?
Mi objetivo era plantar una semilla para contribuir a un mundo mejor y cambiar la forma en que nacen y se crían los niños. Inicialmente, pensé que el taller de mamás con bebés sería el menos concurrido, pero para mi sorpresa, ha sido el más popular y sigue creciendo. A veces temía que las mamás no asistieran debido a desafíos logísticos con bebés pequeños, pero la respuesta fue abrumadoramente positiva.
Empecé a acompañar a embarazadas en 2019, después de convertirme en madre. Siempre me encantó el mundo de la maternidad y decidí compartir mi experiencia, conocimiento y pasión a través de estos talleres. Mi experiencia como mamá definitivamente me impulsó a ofrecer un taller con lo que me hubiera gustado tener y conocer durante mi primer embarazo. Quería ofrecer una preparación integral que incluyera aspectos físicos, mentales y emocionales del embarazo y la maternidad.
Elijo acompañar familias porque es una necesidad que a menudo es ignorada. A través de esta experiencia, me siento acompañada y aprendo de las madres que conozco. Aunque es una vocación, también es un desafío hacer que la sociedad valore este trabajo, lo que ha llevado a la lucha por la ley de puericultoras para permitir el acceso a estos servicios para todos los que lo necesitan.
Al principio, los grupos de gestantes no eran grupos en el sentido tradicional; eran parejas que acompañé individualmente. Los encuentros, que inicialmente eran virtuales debido a las circunstancias, fueron una experiencia de aprendizaje constante y se han ido adaptando y evolucionando con el tiempo.
Al finalizar el taller, algunas familias mantuvieron un contacto cercano y se unieron a otras actividades que ofrecemos, mientras que otras se desconectaron. Estas conexiones a veces se convierten en tribus de madres, un espacio de apoyo y comprensión mutua.
El concepto de "tribu" fue adoptado por las participantes, y aunque inicialmente lo evitaba, ahora lo acepto y lo elijo. Creo que estas tribus de madres comparten una conexión especial, y mi objetivo es fomentar y facilitar la formación de estas tribus durante los talleres. En Santiago, no conozco muchas iniciativas similares, pero estoy comprometida en hacer que estas tribus sean una realidad para las madres que buscan apoyo y comprensión durante su viaje de maternidad.
El taller para gestantes consta de 10 encuentros y abarca una amplia gama de temas relacionados con el embarazo, el parto, la crianza y la preparación para la llegada del bebé. Está destinado a parejas gestantes, aunque las mujeres solteras o aquellas cuyas parejas no puedan asistir también son bienvenidas. Un nuevo grupo comenzará el 1 de noviembre para todas las interesadas.
¿Por qué toda mujer madre debería tener una tribu?
Lejos de pretender ser objetiva, cierro esta nota afirmando que toda mujer madre debería tener una tribu porque las experiencias compartidas aquí ilustran la importancia fundamental de contar con un sistema de apoyo durante el embarazo y la maternidad. Estos testimonios destacan la soledad que algunas mujeres pueden sentir al enfrentar estos desafíos sin apoyo adecuado, en días como estos, donde las redes sociales son abruman con tanta informaciòn e influencers que nos dicen què y còmo criar, es una necesidad real contar con una red de sostén que contenga sin prejuicios, sin la comparativa constante, sin mandatos ni presiones. De eso en definitiva se trata acompañar.
La maternidad atraviesa a toda mujer en todas las esferas de la vida. En este camino, la Tribu se convierte en un refugio de comprensión, amor y solidaridad, fundamental para el bienestar emocional y mental de cada madre, en donde todas las mujeres pueden, además de desahogar la cotidianidad de la maternidad, reconectarse con ellas mismas además-de ser madres.
Tribu
Particularmente, el espacio de Cecilia ofrece eso, “un ratito para mí”, en donde no hay que cuidar, sino sentirnos cuidadas, acompañadas, no juzgadas. Toda mujer madre debería tener una Tribu enorme y fuerte que críe con amor, junto a ella, y que cuide de quien cuida. Porque no estamos solas, y porque criar no es sólo cosa de mujeres.
¡Feliz día a todas las mujeres que crían!
Por Lourdes Suárez Torres