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Julio de 2024
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Opinión y Actualidad

Crítica de "El color púrpura", el musical regreso al clásico de Steven Spielberg

Las canciones de la nueva "El color púrpura" están a la altura de la legendaria película original, pero hay un problema con sus números musicales.

13/02/2024

Por Ricardo Rosado
Para Fotogramas

Steven Spielberg entendió que lo que le importaba a Alice Walker en su novela eran los personajes, no tanto la historia creada a través de sus desventuras. Solo así se logró que la Celie de Whoopi Goldberg en 'El color púrpura' de 1985 se convirtiese en un icono imprescindible, al menos dentro de la siempre compleja narrativa de Estados Unidos sobre las profundas raíces racistas de su fundación.

Con la película asentada en el imaginario colectivo, y Celie transformada en un mito inamovible, era lógico que la maquinaria hiciese de las suyas y terminara volviendo a aquel "nuevo clásico" para sacar provecho de capitalistas maneras y, viendo el éxito del musical de Broadway orquestado por Marsha Norman en 2005, la nueva versión para la gran pantalla del relato, esta vez con bailes y canciones entre violaciones, maltratos y abusos, era inevitable.

El problema de este remake, como el de todas las nuevas versiones de productos aplaudidos, es la ineludible comparación con el original. Teniendo en cuenta su condición de musical, y especialmente sabiendo que parte de uno que ha funcionado, bastaba con ofrecer una vibrante traslación de lo que tanto gustó sobre las tablas, una colorida excusa para regresar al campo ya sembrado por Spielberg con intención de dotar de otro tono al paisaje.

Y es precisamente ahí donde Sam Blitz Bazawule, director de esta nueva 'El color púrpura', no ha terminado de encontrar el camino. Las canciones funcionan, los personajes siguen siendo sobrecogedores y las interpretaciones de todos los involucrados están a la altura de la obra en la que participan, pero si los números musicales que pretendían ser la chispa que nos incitase a disfrutar de esta revisión no se atreven a aportar nada realmente remarcable, el resto no sirve de mucho.

El imponente trío formado por Fantasia Barrino, Taraji P. Henson y Danielle Brooks, así como el desagradable antagonista encarnado por Colman Domingo, aportan una calidad artística extra en un film que no se atreve a brillar y que, incluso cuando enmienda la plana al mismísimo Rey Midas adentrándose algo más en aquella relación que nunca se atrevió a mostrar, termina viniéndose abajo con una redención final que resulta más desagradable si cabe hoy en día que en los 80, cuando ya cayeron en la cuenta de que no funcionaría.

Para que las nuevas generaciones sigan teniendo presente las raíces de la gran nación.