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Abril de 2024
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Opinión y Actualidad

Crítica de "Monkey Man", la película de acción que Netflix rechazó por ser "demasiado violenta"

Dev Patel debuta como director con una brutal historia de venganza que replica lo mejor y lo peor de las películas de Bollywood y del cine de acción asiático.

15/04/2024

Por Fran Chico
Para Fotogramas

Dev Patel tenía tan solo 18 años cuando se estrenó 'Slumdog Millionaire', la película de Danny Boyle que arrasó en los Premios Oscar mientras el joven actor era ignorado por la Academia y por el resto de la industria. Se equivocaron. 'Lion' (Garth Davis, 2016) y 'El caballero verde' (David Lowery, 2021), entre otras, demostraron el alto nivel interpretativo de Patel, pero la historia se ha vuelto a repetir con su salto a la dirección. Netflix no ha confiado en 'Monkey Man', la película que protagoniza, dirige, escribe y produce, por ser "demasiado violenta", y la guardó en un cajón hasta que llegó Jordan Peele, la vio y la rescató para su estreno en cines. La plataforma de streaming ya está empezando a arrepentirse.

'Monkey Man', deudora de Bollywood, es el ejemplo perfecto de cómo son las películas de la India, mezclando todos los géneros al mismo tiempo y subrayando con flashbacks la historia de su protagonista, pero al mismo tiempo va a tener muy difícil esquivar la censura en el país por sus escenas sangrientas, su posicionamiento político en defensa de la comunidad LGTB y su representación de los símbolos y los dioses hinduistas. Cuando pisa el acelerador, el debut de Patel emula las peleas más brutales del cine de acción indonesio de Gareth Evans y Timo Tjahjanto y los arrebatos de violencia de la trilogía de la venganza de Park Chan-wook, con unas coreografías conducidas por el propio Patel, hombre orquesta omnipresente, que se ayudan de planos largos y frenéticos vuelos de cámara para afianzar la sensación de crudeza y evidenciar que no hay trampa ni cartón: podemos ver cómo la sangre y el sudor están a punto de traspasar la pantalla y salpicarnos.

El problema es que estos adrenalíticos esprints se presentan como un oasis en medio del desierto de distracciones y desviaciones que propone la mayor parte de la película, esforzada en colar un mensaje de reivindicación colectiva en una historia de venganza personal. Es el problema de querer tocar todos los palos. De pretender ser, al mismo tiempo, una suerte de "John Wick indio" (un término con el que Patel no está muy contento, pero no por ello deja de ser tremendamente evidente) y un drama de denuncia social que pone de manifiesto las desigualdades y los abusos sufridos por la comunidad hijra (o jisra), identificados con un tercer sexo distinto al masculino y el femenino en honor a la diosa Bajuchara Mata. Tal y como está planteada la historia, son dos mundos completamente distintos sin aparente relación entre sí más allá del "pasaba por aquí".

En todo caso, una ópera prima está para esto: para experimentar, equivocarse y probarse. Ya habrá tiempo luego de corregir y de pulir un talento que ha dejado destellos muy prometedores.