Ryûsuke Hamaguchi explora las relaciones humanas en "El mal no existe", desde la incomunicación a la soledad, pasando por la urgencia de empatía.
Por Beatriz Martínez
Para Fotogramas
En los últimos años Ryûsuke Hamaguchi ha pasado de ser un auténtico desconocido a alcanzar con cada una de sus películas un enorme reconocimiento. Pero hay una cosa que lo caracteriza y que lo emparenta con los grandes maestros del cine de su país, Japón: cada una de sus obras resulta diferente, como si cambiara su estilo dependiendo de las circunstancias para darles un toque que las singularizara. Después de la enorme 'Drive My Car' (2022), el cineasta regresa con una historia imposible de catalogar, profundamente enigmática y en la que la narración, la forma de filmar las imágenes y el tono atmosférico que lo envuelve todo parece ir cada uno por su lado, como si estuvieran desconectados entre sí para conformar una extraña mezcla tan perturbadora como fascinante. 'El mal no existe' se ambienta en un entorno rural cerca de Tokio donde una empresa tiene previsto construir un camping de lujo que alteraría el ecosistema de la zona. Lo que parece ser un film de denuncia ecológica, que enfrenta a los habitantes contra el sistema ya que intentan preservar la identidad de su zona, irá mutando en cada momento, hasta introducirnos en pasajes que parecen remitir incluso al thriller de terror, dando la sensación de que en cualquier momento va a desencadenarse una tragedia.
Resulta imposible prever lo que va a ocurrir en esta película en la que encontramos planos de una belleza arrebatadora y casi espectral acompañados de una partitura orquestal de Eiko Ishibashi que acompaña el recorrido entre ramas y nieve de un padre y su hija por el bosque. Es como si lo onírico se mezclara con lo real de manera casi abstracta dando forma a un espacio mitológico propio en el que hay estampas cotidianas, ya sea comiendo ramen o recogiendo el agua del río para hacer los fideos, pero también imágenes casi legendarias, como la mirada de ciervo herido. 'El mal no existe' es una sinfonía de sensaciones que nos lleva de un lugar a otro, al mismo tiempo que, dentro de esa espesura, el director sigue abordando algunos temas que le interesan en torno a las relaciones humanas, desde la incomunicación a la soledad, pasando por la urgencia de empatía.
Para paladares exquisitos ansiosos por degustar una obra tan potente como misteriosa.