“Porque no quería quedarse, la maté”, confesó su femicida, quien era su pareja y no aceptaba que ella buscara nuevas oportunidades en otra provincia.
El código penal argentino sostiene que un femicidio es considerado como tal cuando “el hecho sea perpetrado por un hombre y mediare violencia de género” o “con el propósito de causar sufrimiento a una persona con la que se mantiene o ha mantenido una relación”. Pero hace 90 años esta figura penal no era ni siquiera algo que podía imaginarse. Es más, hace 90 años votar era algo impensado si nacías mujer.
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“Porque no quería quedarse, la maté”. Eso fue lo que le confesó Raimundo Telésforo Morales a la Policía luego de quitarle la vida a Ramona Morales, su pareja.
El femicidio de Ramona, más conocida como “La Ramonita”, probablemente no haya sido el primero en el que por cuestiones de género un hombre asesinó a una mujer en Córdoba. Sin embargo, sí fue el primero documentado como tal debido a las causas que la Justicia consideró a la hora de condenar al acusado, sus antecedentes y al tratamiento que le dio la prensa, pese a que el nombre penal recién se legalizó en 2012 en todo el país.
Ramona vivía en el tranquilo Barrio Güemes de Córdoba. Aunque hoy es un reconocido punto turístico, en aquel entonces era un barrio obrero. Era la menor de 10 hermanos y desde adolescente trabajó para ayudar en su casa. A los 20 se casó con Juan Yañiz, pero la relación no prosperó y tiempo más tarde se separaron.
Ramona tomó la decisión de irse a Buenos Aires porque le habían ofrecido un trabajo como empleada doméstica. El 9 mayo de 1934, la joven, que entonces tenía 28 años, fue a despedirse de su hermana y de allí iba a encontrarse con su pareja. Sin embargo, esa fue la última vez que la vieron con vida.
Cuando la Policía lo fue a buscar, Morales dio diferentes versiones, hasta que finalmente confesó: “Porque no quería quedarse, la maté”. Él no estaba de acuerdo con que ella lo deje ni que rehaga su vida en otra provincia y le quitó la vida.
El cuerpo de Ramona fue hallado en una barranca. Fueron unos nenes que estaban cazando palomas en el lugar quienes lo encontraron semienterrado. La autopsia reveló que la joven murió estrangulada.
“El expediente de su causa había sido eliminado, nunca lo encontraron. Lo único que se halló es la comunicación del juez de la unificación de las penas del asesino, porque tenía antecedentes”, precisó Gabriela Parra Garzón, directora del Archivo Histórico de la Provincia de Córdoba, a TN.
Hasta el momento, sin embargo, no es posible afirmar si Morales salió de la cárcel o si murió en ella; ni si llegó a cumplir la pena completa, aunque es probable que sí, al menos, la mayoría de ella.
El cuerpo de la joven, por su parte, fue enterrado en el cementerio de San Vicente. Desde entonces, comenzó a construirse un culto hacia ella.
“Se cree que fue porque era una persona muy querida en el barrio y por su muerte violenta el motivo por el que la gente del barrio comenzó a rezarle. Lo hacían para que obtenga su descanso y a la vez empezaron a hacerle pequeños altares en esa barranca donde fue encontrada asesinada”, indicó Gabriela Parra Garzón.
Con el tiempo, ese culto persistió. “Hablando con gente mayor que vivió en el barrio en su niñez y recuerdan que sus padres les hacían ir a ofrendar su guardapolvo a la tumba por haber salido bien en el colegio”, agregó la directiva.
“No hay casi indicios de su vida porque era una mujer común que pasó a ser famosa por su muerte”, remarcó Parra Garzón. Su caso, emblemático, quedó en la historia como “el primer femicidio documentado en Córdoba”, donde hubo una pena.
Muchos de esos fieles que se acercan al cementerio a visitar su tumba aseguran que recibieron una respuesta, por lo que consideran que su pedido fue escuchado y concedido por la joven asesinada.
Hoy, el lugar del crimen fue urbanizado. Sin embargo, el recuerdo de “La Ramonita” sigue vigente. Su rostro fue retratado en una pintura que continúa amurada a una pared de la intersección de San Luis y Mariano Moreno.
Casi un siglo pasó de su brutal femicidio, donde un hombre decidió terminar con sus sueños porque se consideró con el derecho. En estos 90 años cambió la manera de vestir de la sociedad, de trabajar y hasta de vivir. Sin embargo, aún hoy, una mujer cada 30 horas es asesinada por violencia de género.