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Opinión y Actualidad

Crítica de "Memorias de un caracol"

Tragedia y humor negro muy contemporáneo hay en esta historia animada del cineasta Adam Elliot que narra las desventuras de Grace, a quien separan de su hermano gemelo y que conoce a una entrañable y carismática anciana.

04/02/2025

Por Laura Pérez
Para Fotogramas

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Este film, nominado a Mejor Película de Animación en los Premios Oscar 2025, podría ser un cuento victoriano si no estuviera ambientado en la Australia de los 70, 80 y 90. Dos hermanos huérfanos adoptados uno por una familia de fanáticos religiosos y otra por unos padres que no la quieren, y que encuentra en la lectura su consuelo. Hay tristeza, enfermedad (física y mental) y hasta un dickensiano benefactor que en la vida adulta devuelve un favor prestado años atrás por la niña. Pero Adam Elliot va más allá en la muy elaborada psicología de sus personajes, y en una narración llena de tragedia pero también de un humor negro muy contemporáneo. Hace falta mucho amor para dibujar a mano miles de veces a tus protagonistas, modelarlos después con arcilla y darles vida con el clásico stop-motion. Ocho años le ha llevado crear esta obra de artesanía en tiempos de CGI. El resultado es una película tremendamente conmovedora que a lo largo del metraje nos va poniendo nudos en la garganta para deshacerlos un rato después con una sonrisa. Hasta que llega el siguiente nudo y la siguiente sonrisa, y vuelta a empezar. Hay capas y capas que añaden profundidad a los personajes y significados a cada una de las situaciones y escenarios.

Ese amor resulta evidente en cómo mira a su protagonista, Grace, narradora de su deriva vital, y en la luminosa Peggy, anciana de agitada vida. En el relato hay crueldad, referencias sexuales (unas divertidas, otras sórdidas) y sobre todo, amor como única arma de supervivencia para los que son diferentes. Mejor verla en V.O., con la voz de Sarah Snook ('Succession') y un poema recitado por Nick Cave.

Para amantes de rarezas artesanales con forma infantil y fondo adulto.

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