El regreso de Hipo y Desdentado en versión real ofrece una nueva mirada al vínculo entre humanos y dragones, manteniendo intacta la esencia de la historia.
Por Fausto Fernández
Para Fotogramas
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Antes de que los cantos de sirena del departamento de animación de la Dreamworks atrajeran de nuevo hacia el género a Dean DeBlois, quien huía, junto a Chris Sanders, del aullido banshee de la Disney, el primero llevaba tiempo proponiendo proyectos en imagen real, de cuentos de fantasmas nacidos al calor del folclore irlandés, a aventuras clásicas al estilo de las que hicieron reina de las taquillas (veraniegas), a la productora del difunto y criogenizado tito Walt. La serie de libros ilustrados original de Cressida Cowell parecía ser el vehículo ideal para que el director canadiense homenajeara a películas como 'La isla del fin del mundo', de Robert Stevenson, o la maldita, pero a día de hoy convertida en un clásico, 'El dragón del lago de fuego', de Matthew Robbins. Sin embargo, tanto Dreamworks como el por entonces inseparable de DeBlois, el citado Chris Sanders, apostaron por la animación y pese a un hálito aventurero, a un afrontar el drama con inusitada madurez y a una factura impecable, aquel 'Cómo entrenar a tu dragón' del 2010 todavía se gustaba más como comedia vikinga en la órbita Monty Phyton ('La bestia del reino' y 'Erik, el Vikingo'). El éxito fue tal que el propio DeBlois se dejó querer en dos secuelas, inferiores, más, y una serie de televisión.
Han tenido que pasar los años, y el ejemplo (hasta el fiasco de 'Mufasa' y 'Blancanieves') codicioso de Disney, para que aquel "coming of age" con dragones y epopeyas vikingas (entre 'El despertar', de Clarence Brown, y 'Los vikingos', de Richard Fleischer), y un humor digno de las tiras cómicas de 'Olaf el Terrible' (el modelo sobre el que se diseñó al caudillo Estoico, siempre un enorme Gerard Butler, fuera solo con la voz y ya ahora llenando la pantalla), sea finalmente la gran película de aventuras en imagen real que anhelaba llegar a ser.
Habrá quien afirme que no hay ni un ápice de originalidad en el nuevo, y "live action", 'Cómo entrenar a tu dragón': misma historia, mismo director, Butler repitiendo (pero corporeizándolo) personaje, y John Powell viviendo de las rentas musicales de la banda sonora previa. Un pensamiento erróneo porque todo en la película posee la voluntad de narrar, de otra manera (el clímax final en el nido de dragones, una serie de secuencias espectaculares… jugando con un monocromático rojo y un gris de humo y niebla), la historia de cómo el odio y los prejuicios son el verdadero fuego destructor de las civilizaciones.
Quizás Desdentado, el dragón Furia Nocturna, sea quien mantenga el look de dibujo animado (no deja de ser el Stitch creado por los propios Chris Sanders y Dean DeBlois), pero criaturas y personajes humanos huyen de la caricatura como el largometraje huye del estilo Dreamworks para abrazar el de los incunables de la fantasía y de la aventura. Jugando con estilo con los paisajes naturales, los planos generales donde esa confrontación milenaria entre hombres y dragones va rompiéndose poco a poco al integrarlos en un mismo y único espacio de convivencia, y con un diseño de producción (la aldea vikinga y el coso del entrenamiento y la ceremonia de madurez… matando a un dragón) físico y no una (estupenda, eso es verdad) ilustración digital, 'Cómo entrenar a tu dragón' acaba resultando la película sobre la mitología nórdica, y el universo vikingo, que nunca, lamentablemente, llegó a hacer Ray Harryhausen, por mucho que sus Simbad (en especial el último, 'Simbad y el ojo del tigre') algo apuntaban en ese camino y deseo.
Siendo este uno de los mayores aciertos del film de Dean DeBlois, junto a su revival del género de aventuras (las naves vikingas adentrándose en la neblina que lleva a tierras misteriosas, una cita tanto a 'Los vikingos', de Fleischer, como a los sensacionales exploits de esta que firmara Mario Bava), acaso lo que lo convierta en un diente de dragón por encima del original animado, además de cómo establece, y hace evolucionar, las relaciones entre los personajes (Estoico enmarcado en un claroscuro y a mayor altura que su hijo; el romance de este y Astrid), es en el casi eisensteiano, minimalista al estilo oriental, diseño de los espacios físicos durante la batalla. Como si 'Alexander Nevsky' se poblara de dragones kaiju eiga inspirados por Akira Kurosawa.
Para nostálgicos del cine de aventuras fantásticas, hoy día una civilización perdida.