Tres organizaciones representativas de las iglesias evangélicas en la Argentina escribieron una carta pública replicando a los dichos de Javier Milei en la inauguración de un templo evangelista en el Chaco. Desmienten al Presidente, denuncian lo que está sucediendo en el país como consecuencia de sus políticas y le piden que deje de actuar "como el Faraón" y escuche al pueblo.
Por Washington Uranga
Para Página 12
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El presidente argentino Javier Milei suele compararse públicamente con Moisés, en tanto libertador del pueblo o paladín de la libertad. Sin embargo, alcanza con repasar su modo de gestión y las medidas que promueve para decir que se asemeja más al Faraón, que con crueldad maltrató y esclavizó al pueblo de Dios.
El texto es el párrafo inicial de una carta pública titulada “No es Moisés... es como el Faraón”, emitida como reacción y a propósito de la participación del Presidente en la inauguración de un templo evangélico en el Chaco. El documento lleva la firma conjunta de la Federación Argentina de Iglesias Evangélicas (FAIE), de la Pastoral Social Evangélica y la Asociación de Iglesias Pentecostales de Argentina (AIPA).
Los firmantes expresan su preocupación y hacen un claro llamado al Presidente de la Nación a que deje de actuar como Faraón y escuche el clamor del pueblo que sufre. Le reclaman a Milei que preste atención a quienes están perdiendo sus trabajos; a quienes les aumenta la comida y los servicios pero no los salarios; a los estudiantes, profesionales y científicos que no quieren irse del país y esperan reconocimiento; a las personas enfermas, jubiladas, con discapacidad.
Le señalan al Presidente que no se distraiga en odiar y maldecir y que si quiere hacer suyas las ideas propias del pueblo evangélico y protestante se ocupe en escuchar y trabajar en favor de quienes más necesitan, en generar mayor justicia social y promover la unidad de la sociedad más allá de todas las diferencias, en respetar y valorar el esfuerzo de quienes trabajan, estudian y se forman cada día.
Los evangélicos y protestantes apuntan al constante ataque contra el Estado y lo público, incluidos los trabajadores y trabajadoras; las jubilaciones miserables; la quita de medicamentos y tratamientos oncológicos a personas con cáncer; cierre de comedores; eliminación de subsidios a personas con discapacidad; represión a adultos mayores; desfinanciamiento a la educación pública y a la investigación de organismos como CONICET / INTA / INTI; suspensión de obras públicas esenciales; maltrato y precarización a médicos y médicas; odio al periodismo y a artistas populares; persecución judicial a líderes de la oposición — todos hechos que dan cuenta de la crueldad con la cual se busca imponer un modelo que beneficia a los más poderosos del país y el extranjero.
La crueldad se extiende a sectores productivos y comerciales. Preguntan: ¿cuántas pequeñas y medianas empresas, campesinos y comerciantes podrán sobrevivir si resulta más barato importar o comprar fuera del país? ¿Cuántos serán los trabajadores y trabajadoras que perderán sus empleos? ¿Cuánto falta para que los pequeños agricultores no den más?
Le dicen a Milei que a todo ello se suma la violencia de sus palabras, porque de su boca y la de sus acólitos mediáticos surgen expresiones repletas de descalificaciones, insultos, groserías, nunca antes vistas en alguien que ostenta la máxima representación democrática del país, lo que en lugar de traer paz genera conflictos e invita a la confrontación.
Recuerdan que en el Libro del Éxodo por orden del Faraón “los egipcios impusieron a los israelitas trabajos penosos, y les amargaron la vida con dura esclavitud…” y que Dios llamó a Moisés para liberar al pueblo.
Por eso, la FAIE, Pastoral Social Evangélica y AIPA le dicen a Milei que “claramente no es Moisés” y que “no es un libertador”, pues “cada árbol se reconoce por sus frutos” y hasta ahora solo se ve empeoramiento en la calidad de vida y crueldad.