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El consumo emocional: ¿por qué los argentinos priorizan el entretenimiento, incluso en tiempos de ajuste?

A pesar de la crisis económica, un estudio revela que 8 de cada 10 argentinos siguen invirtiendo en actividades de ocio, endeudándose para no perderse eventos.

16/08/2025

El consumo emocional se ha convertido en una de las principales fuerzas motivadoras del gasto en Argentina. En un contexto de ajuste económico y dificultades financieras, el 78% de los argentinos considera que divertirse es necesario para su salud emocional y se siente dispuesto a gastar entre $20.000 y $100.000 para asistir a un evento, aún si esto implica hacer ajustes financieros significativos. Un estudio de Naranja X revela que, a pesar de la creciente preocupación por la economía, el 40% de los encuestados se endeudó para no perderse un show o recital.

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El dilema entre disfrutar y ahorrar se ha convertido en una constante para muchos argentinos. “Disfrutar cuesta, pero vale la pena” es una frase que se repite entre quienes optan por priorizar el entretenimiento, aunque eso implique desequilibrar sus finanzas personales. El 75% de las personas organiza su presupuesto familiar para incluir actividades recreativas, mientras que el 69% está dispuesto a pagar grandes sumas por entradas de eventos, sacrificando incluso gastos fijos para poder asistir.

El comportamiento de consumo no solo se trata de una preferencia, sino de una necesidad emocional que cada vez se vuelve más difícil de ignorar. Julieta López, Head of Brand de Naranja X, lo define como “el gasto que no pasa por la calculadora, sino por lo que sientes”, destacando cómo muchas decisiones de compra se impulsan por el deseo de experimentar momentos de felicidad o escape.

Para muchas marcas, aprovechar este fenómeno de consumo emocional representa una oportunidad estratégica. Natalia Rebecchi, Head of draftLine AR, señala que el consumo no es solo un desvío de la racionalidad, sino el centro de muchas decisiones de compra. En momentos de crisis, el consumo emocional se vuelve más selectivo y, por ende, más valioso.

Además, Enzo Mansilla, Head of Strategy & Partner en Wild Fi, subraya que las marcas deben aprender a conectar con las emociones de las personas, destacando que la emoción es lo que vincula al consumidor con el producto. “Lo emocional no es un recurso táctico para vender más rápido, sino para hacer mejor tu producto”, afirma Mansilla.

Sabrina Mayotti, COO de la agencia OSA, comenta que el consumo emocional responde a una búsqueda de bienestar más inmediato. “En escenarios de crisis e incertidumbre, las personas tienden a aferrarse a lo que les hace sentir mejor”, dice. La necesidad de sentirse bien, aunque sea por un momento, parece ser una de las principales motivaciones detrás de las decisiones de compra.

A pesar de las altas cifras de endeudamiento, algunos expertos, como Anita Figueiredo de Proteína Marketing, aseguran que es posible gestionar el consumo emocional de manera más consciente. Figueiredo destaca que este tipo de consumo tiene un valor y una función, pero el problema surge cuando se convierte en compulsivo. Ezequiel Arslanián, de Accenture, también señala la importancia de la educación financiera, para evitar que los consumidores caigan en el exceso y el consumo sin control.

El consumo emocional en tiempos de ajuste se presenta como una vía para encontrar un respiro y escapar de las tensiones cotidianas, lo que lo convierte en una estrategia importante tanto para los consumidores como para las marcas. Sin embargo, el verdadero desafío está en equilibrar el disfrute y las finanzas, para seguir aprovechando lo mejor de ambos mundos.