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Un estudio reveló cómo el consumo de agua modula la hormona del estrés

Investigadores descubren que una ingesta insuficiente de agua puede amplificar la reacción hormonal al estrés, con consecuencias para la salud mental y física.

26/09/2025

Beber al menos dos litros de agua al día es una de las recomendaciones más comunes de los médicos, quienes señalan que mantenerse bien hidratado es clave para la salud general del cuerpo. Sin embargo, un reciente estudio realizado por científicos de la Liverpool John Moores University ha revelado que la hidratación también desempeña un papel fundamental en cómo el cuerpo responde al estrés. La investigación, publicada en el Journal of Applied Physiology en agosto de 2025, encontró que las personas que consumen menos líquidos presentan una respuesta hormonal mucho más intensa cuando enfrentan situaciones estresantes, particularmente en lo que respecta a la liberación de cortisol, la conocida hormona del estrés.

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El cortisol es una sustancia química que se libera cuando el cuerpo percibe una amenaza, ya sea física o emocional, y aunque es normal que haya picos ocasionales de esta hormona, niveles elevados y frecuentes pueden estar vinculados a problemas graves como enfermedades cardiovasculares, diabetes y depresión. Por esta razón, el estudio subraya la importancia de mantener una adecuada hidratación, ya que los participantes con bajo consumo de líquidos mostraron una reacción hormonal mucho más fuerte frente al estrés, lo que podría poner en riesgo su salud a largo plazo.

El estudio involucró a 32 adultos sanos, que fueron divididos en dos grupos: uno con un consumo bajo de líquidos (menos de 1,5 litros diarios) y otro con una ingesta acorde a las recomendaciones médicas (2 litros para mujeres y 2,5 litros para hombres). Tras una semana de monitoreo, los participantes fueron sometidos al Trier Social Stress Test, un experimento psicológico que simula situaciones cotidianas de presión, como entrevistas laborales ficticias y desafíos matemáticos frente a un jurado.

Ambos grupos mostraron aumentos en la frecuencia cardíaca y en la ansiedad percibida, pero las diferencias se hicieron evidentes en las mediciones de cortisol. Solo el grupo con bajo consumo de líquidos presentó un aumento significativo de cortisol, con una respuesta hormonal más de un 50% mayor que el grupo que mantenía una hidratación adecuada. Los datos mostraron que el grupo con menor ingesta de agua presentó un aumento de cortisol de 6,2 nmol/L, mientras que el grupo mejor hidratado solo experimentó un aumento de 4,0 nmol/L.

Además, aunque los participantes con bajo consumo de agua no se sintieron más sedientos, sus muestras de orina eran más oscuras y concentradas, una señal clara de que sus cuerpos estaban en un estado de deshidratación. Esto demuestra que la deshidratación no siempre es perceptible a través de la sed, lo que resalta la importancia de monitorizar nuestra ingesta de líquidos.

Los resultados del estudio también indicaron que la orina clara o ligeramente amarilla es uno de los indicadores más sencillos y confiables para evaluar si estamos bien hidratados. Los investigadores sugieren que no se debe confiar únicamente en la sensación de sed para determinar si estamos suficientemente hidratados, ya que esta puede no ser una señal precisa de las necesidades del cuerpo. Los expertos recomiendan adaptar el consumo de agua a las circunstancias, como en días calurosos, durante el ejercicio físico o cuando enfrentamos periodos de alta demanda intelectual, ya que en estas situaciones las necesidades de líquidos pueden aumentar.

Este estudio refuerza la idea de que una adecuada hidratación no solo es esencial para el funcionamiento físico general, sino que también tiene un impacto directo en cómo nuestro cuerpo maneja el estrés, lo que podría prevenir o mitigar los efectos negativos que el estrés crónico tiene sobre la salud.