El jovencito nacido en Herrera fue no de los integrantes del equipo que se consagró en Estados Unidos. Tras el título, recordó a su familia con gran emoción.
Tahiel Cabral, el joven santiagueño de River Plate, fue uno de los campeones de la primera edición de la Messi Cup y terminó siendo protagonista de uno de los momentos más conmovedores del torneo. Tras la final en la que el Millonario venció 2-0 al Atlético de Madrid, el delantero rompió en llanto frente a las cámaras y recordó a su familia y a su pueblo natal.
HACÉ CLICK AQUÍ PARA UNIRTE AL CANAL DE WHATSAPP DE DIARIO PANORAMA Y ESTAR SIEMPRE INFORMADO
“Ellos no pudieron venir, les mando un saludo a mi mamá, a mi papá y a todo mi pueblo de Herrera que me está viendo”, dijo entre lágrimas, en un testimonio que rápidamente se viralizó y emocionó a todos.
Tahiel es el único hijo de Claudio y Soledad Cabral. Nació el 29 de enero de 2010 en Herrera, departamento Avellaneda, Santiago del Estero, tiene 15 años y es una de las grandes promesas de las inferiores de River. En su puesto compite nada menos que con Bruno Cabral, figura del torneo y máximo ganador de premios en la competencia organizada por Lionel Messi. Sin embargo, si algo distingue a Tahiel es el sacrificio: nadie, pero nadie, le gana.
Desde Herrera, el pueblo de apenas 3.000 habitantes que lo espera para recibirlo como un campeón, su papá Claudio Cabral (38) contó toda la historia en una emotiva entrevista con La Página Millonaria, un relato atravesado por el esfuerzo, la humildad y el sueño de llegar a Primera.

¿Qué están viviendo por estas horas después de todo lo que pasó en la Messi Cup?
—Aquí en el pueblo es impresionante, todos nos felicitan, nos saludan. Mi señora ha quedado en Buenos Aires porque viene en unos días para acá con Tahiel cuando vuelva de Estados Unidos. Yo digo que esto no es un pueblo chico sino un barrio grande (se ríe). Acá él se ha formado, hizo su colegio desde jardín hasta primaria, nos conocen todos.
¿Tahiel siempre estuvo con la pelota?
—Siempre. Desde los 3 años dormía con la pelota.
¿Dónde empezó a jugar?
—Vivíamos acá en el pueblo y al frente de casa está la cancha del Club Comercio, que es su club. Lo llevamos a los tres años para que haga deporte. ¿Una anécdota? El primer partido que jugó, en vez de ir al arco contrario iba para el suyo y todos gritaban: “¡No, para el otro lado!”.

¿Cómo fue ese paso a paso hasta llegar a River?
—Es una historia larguísima, de mucha ilusión y sobre todo de mucho sacrificio de Tahiel. Él pasó muchas cosas.
¿Cómo llega a River?
—Sale de Herrera y empieza a jugar en Añatuya, en el Aeroclub. A los 8 años ya se le notaban cosas: hacía goles, era grande físicamente, le pegaba fuerte. Ahí lo ven los captadores de River y lo llaman a una prueba en Santiago Capital. No tenemos colectivo directo, hay uno solo por día. Va, anda muy bien, hace goles y entra al selectivo del interior, donde juegan torneos por todo el país.
¿Cómo les avisaron que había quedado?
—Me llamó el profe Luis Pereyra y me dijo que querían que Tahiel forme parte del selectivo. Empezamos a recorrer Córdoba, Santa Fe, Salta, Chaco… en todos los torneos salía goleador. Después llegó una última prueba en Fernández, y pasó algo que no me olvido más.
¿Qué pasó?
—Nos citaron a las 8 de la mañana, hacía un calor terrible y suspenden la prueba hasta las seis de la tarde. Nosotros habíamos salido de Herrera a las 4 de la mañana. Nos quedamos todo el día en una plaza y Tahiel dormía sobre mis piernas, en un banco…
(Claudio se emociona y hace una pausa).
—En ese momento él me dice: “Papá, lo único que quiero es jugar en River, no me importa dónde duermo”. A las seis entra a la prueba y en 15 minutos hace seis goles. El profe lo saca y dice: “Tahiel, el mes que viene te vas a Buenos Aires”. Tenía 8 años y medio.

¿Cómo fue ese momento para la familia?
—Una locura. Me llaman a firmar un día de mucha lluvia. Llego a River y estaban Rodolfo D’Onofrio y Enzo Francescoli en la oficina. Tahiel firmó con ellos mirándolo.
¿De qué club son ustedes?
—De River, fanáticos, obvio.
¿Cómo lo vivieron como familia?
—Yo no lo dudé. Mi señora tenía miedo, pensaba en la escuela, en todo. Pero yo dije que no iba a hacerle perder la oportunidad. Y firmamos.
¿Cómo hicieron para subsistir todo ese tiempo?
—Fue muy difícil. Somos una familia humilde. Hacíamos rifas, beneficios, empanadas, pan casero, pastas. Todo el pueblo nos ayudó. Incluso con lluvia venían a comprarnos a casa.
¿Por qué no pudieron viajar a la final?
—Problemas económicos. Yo soy albañil, mi señora empleada doméstica. Se nos hace complicado. Tahiel tiene un representante, Gustavo Goñi, que lo ayuda muchísimo con el viático y los viajes. Nosotros trabajamos para pagarnos lo nuestro.
¿Cómo siguieron la final?
—Desde casa, con la familia. Se acercaron vecinos, fue una fiesta.
¿Y el primer contacto con Tahiel campeón?
—Estábamos festejando y de repente llama por videollamada desde la cancha. Una emoción tremenda.
¿Qué sentías como papá?
—Orgullo. Me acordaba de mi viejo, Oscar, que decía que su hijo iba a jugar en River. No fue su hijo, fue su nieto.
¿Qué les decía Tahiel?
—Pedía perdón por no haber hecho goles. Imaginate lo humilde que es.
Hoy Tahiel vive en la pensión de River, estudia en el colegio del club y se prepara para seguir creciendo. Esta semana volverá a Herrera, donde ya se organiza una caravana para recibirlo.
¿El sueño?
—Llegar a Primera. En River o en cualquier club, porque se lo merece. Sabe que compite con un jugadorazo como Bruno Cabral, pero Tahiel sabe luchar. Lo hizo toda la vida.