La Lic. Victoria Ojeda explicó a Diario Panorama que diciembre acumula compromisos, comparaciones y metas incumplidas que pueden generar angustia. “Es normal sentirse agotado”, señaló.
El cierre de año suele llegar con cansancio emocional, presión social y balances personales que no siempre arrojan los resultados esperados. Así lo explicó a Diario Panorama la Lic. Victoria Ojeda, psicóloga, quien afirmó: “Es normal sentirse agotado y frustrado en el cierre de año”.
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Según indicó, diciembre es un momento en el que muchas personas hacen “una ecuación entre los objetivos que nos hemos propuesto y los resultados que obtenemos a fin de año”. Cuando esos resultados no coinciden, “eso genera sentimientos de frustración o de malestar”, planteó.
Ojeda señaló también el peso de la agenda social y familiar: “A fin de año se acumulan muchos compromisos sociales: cierres, brindis, regalos, muestras de los hijos, que implican gasto, logística y tiempo”. A ello se suman tensiones escolares o económicas: “La libreta de los hijos, que por ahí no son resultados deseados también”. Por eso, evaluó: “El fin de año suele ser una época complicada”.
La psicóloga remarcó que los mandatos sociales profundizan el malestar emocional. “La presión social influye mucho porque hay muchos mandatos y estereotipos de lo que debería pasar, de cómo deberíamos estar a fin de año, y eso no siempre se refleja en nuestra realidad”, advirtió.
El contraste con las redes sociales aparece como un factor adicional: “Compararlo con los demás empeora y eso influye muchísimo”, aseguró. Para Ojeda, las plataformas muestran un modelo aspiracional difícil de sostener: “Vemos por ejemplo en Instagram personas muy exitosas, fiestas hermosas, banquetes, lujos, y quizás eso, en contraste con la vida que uno lleva, nos hace sentir mal”.
Consultada sobre cómo cerrar el año sin angustia, respondió: “Sí se puede”, pero requiere conciencia realista: “Tenemos que ser conscientes de que lo que vemos no es del todo real, que cada uno tiene su propia vida, su propio camino transitado y aprender a ser buenos con nosotros mismos”. También recomendó “perdonarnos y querer nuestra vida”.
Respecto a la importancia de expresar emociones, Ojeda fue clara: “La tristeza es una emoción más, no hay que reprimir el llanto ni la tristeza”. Sin embargo, marcó límites: “Cuando vemos que la angustia nos sobrepasa demasiado, hay que pedir ayuda, hablar con un ser querido o buscar ayuda profesional”.
La psicóloga también brindó herramientas concretas: “Llorar en primera instancia, llamar por teléfono a un ser querido, mandar un mensajito, salir a caminar, buscar alguna actividad que nos genere placer o que nos distraiga”.
Finalmente, subrayó la importancia del acompañamiento social: “Somos seres eminentemente sociales y buscando compañía y apoyo de otras personas podemos salir adelante”.