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Opinión y Actualidad

De sardinas contra tiburones

El “vamos por todo” estaba anunciado.

Hoy 07:20

Por Juan Carlos Junio
Para Página 12

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El gobierno nacional se propone presionar a los empujones a todo el sistema democrático para sacar como sea la ley de leyes y la contrarreforma de los derechos laborales; y de paso pescar en río revuelto la liquidación de lo relacionado con el sustento de los organismos de gestión de la cultura nacional. Una suerte de neocolonialismo político –  económico combinado con oscurantismo cultural. Se trata de transformar el reciente triunfo electoral en un cambio extremo de carácter regresivo de la estructura productiva del país. 

Para ese propósito estratégico, exigido por el establishment, resulta imprescindible disciplinar al movimiento obrero y sus organizaciones, incluyendo la mutilación de los servicios sociales que le prestan a millones de trabajadores. Esa línea de acción política exige otro elemento vital para lograr imponerse: convencer al pueblo, para lo cual continuarán utilizando su poderoso ariete ideológico: el sistema hegemónico de medios de comunicación, ya mutados a medios de dominación cultural; combinado con una acción fenomenal en redes, machacando con sus frases tan simples como falsas, y tan primitivas como engañosas. Sin embargo, la vida ha demostrado que esas campañas no deben subestimarse, por el contrario, hay que asumir el reto del debate, respetando y valorando a la ciudadanía receptora de un mensaje, sustentado en la verdad y con argumentos que esclarezcan el sentido de estas leyes y las consecuencias que tendrán para su vida, las de sus familias y el  conjunto de la comunidad y de la nación. 

Desde el bloque de poder, configurado por el gobierno del presidente Milei y su hermana; las corporaciones empresarias locales y extranjeras, el FMI y sus voceras, y el embajador norteamericano todo terreno que actúa como un supra poder; tienen claro que el destino de los proyectos de ley que se tratarán en el Congreso se dirimirán en el cruce crítico de la conflictividad por las reacciones sociales que generan las contrarreformas y el desgaste cotidiano en la vida del pueblo como consecuencia del plan económico en pos del  superávit fiscal como tótem nacional al que hay que someterse. A estas dos cuestiones nodales se deben agregar los efectos de una inflación creciente, superior al número que marca el INDEC, particularmente por el alza ya irrefrenable de la luz, el gas, los transportes y las garrafas; y con una crisis vertiginosa de las Pymes por la caída del consumo, y la apertura suicida de las importaciones. Los datos son incontrastables: en 22 meses bajaron la persiana 19.114 empresas. Así las cosas, el bloque de las élites coaligadas en defensa de su presidente, quienes desde sus bufetes redactaron los textos de las leyes; le exige al  gobierno que abandone el griterío y negocie con todo tipo de amigables. En relación a la imprescindible disputa cultural, pusieron a funcionar a sus fabricantes de carnadas diversas para ser colocadas en los anzuelos que van tirando a la sociedad. El más importante es instalar la creencia de que con la ley laboral se generará empleo, saliendo al encuentro de la angustia latente de la sociedad por la suba de la desocupación basada en la destrucción de 260 mil puestos de trabajo. La experiencia histórica evidencia que las mentadas reformas no generan empleo ya que las empresas toman trabajadores si hay incremento de la actividad económica. El presidente de Apyme, Julián Moreno, lo señaló contundentemente: “las Pymes representan el 63% del empleo, que depende directamente del consumo interno (…) Esta reforma no producirá más empleo, por el contrario agravará los problemas estructurales que hoy limitan la creación de trabajo digno”. (Página 12 - 14/12) 

Entre la diversidad de planteos quiméricos que conforman las carnadas, se encuentra el ataque a las indemnizaciones, afirmando que obstaculizan la actividad. Se trata de otro engaño: su abaratamiento va a producir lo contrario: más despidos. Otra carnada es la de la necesidad de adaptarse  a los cambios tecnológicos, para lo cual, construyeron una variopinta fraseología que colocan en el anzuelo: “competitividad, racionalidad, banco de horas, complejidad operativa, incentivo a las inversiones (cuando las que hay son desinversiones, particularmente extranjeras) y el FAL (Fondo de Asistencia Laboral)”. En realidad, encubren modificaciones tributarias que benefician a las corporaciones. La baja  del “costo” laboral vía reducción de las contribuciones patronales, solo hará que el Estado pierda una suma colosal de US$ 2500 millones, que inevitablemente tendrá que ser compensada con un ajuste del gasto social. Claro que esa enorme masa de dinero no se evapora, sino que en aplicación de la variante del teorema de Lavoisier “nada se pierde, todo se transfiere”, lo recibirán los suertudos de las corporaciones patronales. Ya que estamos con impuestos, vienen por la reducción o eliminación de gravámenes a las empresas en ganancias, rentas sobre inmuebles y las financieras, acciones y suntuarios (embarcaciones de  recreo, automóviles de alta gama). 

El triunfalismo pro millonarios es tal, que la senadora Bullrich en el seminario organizado por Techint, convocó jocosamente a los empresarios a “si alguien se quiere comprar un barco, que se lo compre”, a partir de  lo cual logró un récord en el aplausómetro. El sesgo a favor de los ricos y contra los trabajadores y las clases medias se les nota por  todos lados. Sin embargo, difícilmente las carnadas logren atraer al cardumen, a pesar de que los tiburones mantendrán su impulso por devorarse a las sardinas. Todo está por verse. Por lo pronto ya se realizan enormes movilizaciones de trabajadores y otros núcleos sociales y culturales para enfrentar la ofensiva contra las mayorías, que como  siempre, incluye un ataque a la cultura a partir de su obsesiva ideología oscurantista. En los artículos 195/196 del proyecto de ley incluyeron nuevamente la eliminación del financiamiento al Instituto del Cine y Artes Visuales, al Instituto Nacional del Teatro y al de la Música. No le erran (o mejor no herran) nunca en su deseo y voluntad ideológica de mutilar nuestro acervo cultural y a los/as decenas de miles de trabajadores que enaltecen nuestra cultura y construyen día tras día con su esfuerzo, su talento y su creatividad, la amalgama de símbolos y valores que nos constituyen como pueblo y conforman nuestra  identidad como nación.