El motivo de esta jornada con mayor duración de luz tiene su raíz en la inclinación del eje de la Tierra y la forma en que el planeta orbita alrededor del Sol. En el solsticio de diciembre, la inclinación terrestre hace que el hemisferio sur se oriente más directamente hacia el Sol, provocando que los rayos solares incidan con mayor verticalidad sobre esta región y que el astro quede visible en el cielo por más tiempo.
Este fenómeno astronómico no solo define la duración de la luz diurna, sino que también es el hito que señala el inicio de la temporada veraniega en la Argentina y el resto de los países del hemisferio sur. A partir de este momento, los días comenzarán a acortarse lentamente hasta el equinoccio de otoño, que ocurre alrededor de marzo.
Mientras en la Argentina y el hemisferio sur se celebra la jornada más luminosa y el comienzo del verano, en el hemisferio norte ocurre exactamente lo contrario: este mismo 21 de diciembre marca el solsticio de invierno, la jornada con menos luz solar y la noche más larga del año.
Aunque este día sea el más largo en términos de luz solar, el aumento de la temperatura no siempre coincide exactamente con el solsticio astronómico. El máximo térmico suele llegar varias semanas después, debido al retraso térmico por la acumulación de calor en la atmósfera y los océanos. Sin embargo, desde lo astronómico, este domingo marca un antes y un después en cuanto a la luz solar disponible y la transición estacional.