Al cumplirse el primer aniversario de la muerte de la joven madre, Mónica Torres recordó a su hermana y reafirmó la lucha para que se esclarezca el caso.
Al cumplirse un año de la muerte de Luciana Torres, hallada sin vida el 30 de diciembre de 2024 en su departamento de calle Mitre, su hermana Mónica Torres volvió a alzar la voz para pedir justicia y mantener vigente una causa que tiene como principal imputado a Joaquín Cesca Castiglione, ex pareja de la joven, por el delito de instigación a cometer suicidio.
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La causa, que en un primer momento fue tratada como un suicidio, comenzó a cambiar a partir de los reclamos sostenidos de la familia, que impulsaron la exhumación del cuerpo y la realización de una nueva autopsia. Ese procedimiento abrió una nueva etapa judicial y dio lugar a la imputación del acusado, aunque el proceso aún no llegó a su resolución definitiva.
En una fecha profundamente significativa, Mónica relató el impacto emocional de este primer aniversario: el dolor intacto, la herida abierta y la convivencia permanente entre el duelo y la lucha. “Aprendimos desde el primer momento que tenemos que llorar por un lado y luchar por el otro”, expresó, al tiempo que remarcó que la muerte de su hermana “sigue en lucha” mientras no haya una verdad judicial clara.
La familia se reunió de manera completa en esta jornada, algo que no siempre ocurre por cuestiones de distancia o compromisos. “Hoy necesitamos estar juntos”, señaló Mónica, destacando el acompañamiento familiar como un sostén indispensable para atravesar el dolor.
El recuerdo del día en que se conoció la noticia sigue siendo un punto de quiebre. Lo que iba a ser una jornada de preparativos para Año Nuevo se transformó, en cuestión de minutos, en “el lugar de la pesadilla”. Desde entonces, aseguró, la vida quedó dividida en un antes y un después.
Mónica también reiteró que desde el inicio la familia nunca creyó en la hipótesis del suicidio. Señaló que Luciana tenía proyectos, planes y una vida por delante, y que como madre siempre sintió que algo no cerraba. Ese convencimiento fue el motor para no aceptar una versión cerrada y exigir nuevas medidas judiciales.
A lo largo del año, el apoyo social fue clave. Mensajes, abrazos y muestras de solidaridad de personas cercanas y desconocidas reforzaron la decisión de no bajar los brazos. “Es una sociedad indignada, pero solidaria”, afirmó.
La jornada del aniversario estuvo marcada por una misa en memoria de Luciana, una práctica que la familia sostiene mes a mes. Mientras la causa ingresa nuevamente en feria judicial, Mónica dejó en claro que la lucha no se detiene: “Vamos a hacer justicia. Todo lo que esté a nuestro alcance se va a hacer”.