Santiago del Estero, Viernes 26
Abril de 2024
X
Somos Deporte

El motociclismo de óvalo, la eterna pasión de los santiagueños

El recuerdo de los históricos corredores de la provincia, que marcaron una época en un deporte que tiene a grandes representantes.

19/06/2020

El motociclismo de óvalo es una de las disciplinas que se mantiene vigente en el deporte motor de Santiago del Estero. Muchos representantes de la provincia lograron celebrar en el máximo nivel del país. Pero todo comenzó tiempo atrás, en una época que se recuerda con mucha emoción.

Horacio "Kiko" González, Rubén Cura, Carlos "Cata" Ávido y Franklin "Beto" Gilardi, contaron anécdotas y recordaron esos momentos gloriosos que sembraron una semilla más que importante.

Ruben Cura contó cómo arrancó en la especialidad: "Mi viejo vendió unos chanchos y me compró la Puma. Tenía 12 años, me iba al campo y andaba en medio de la tierra. Había unas acequias en el parque y ahí hacíamos motocross. Eramos pocos los que teníamos moto. Yo me iba a la escuela de Comercio en la Puma. No tenía guardabarros, era fiera, pero todos la querían ver".

Sobre el motociclismo de óvalo, recordó: "Es inexplicable la adrenalina que hay en el óvalo. No existe otra. Yo corría con otro nombre, porqué mi vieja no dormía y no quería. Corría por el amor que le tengo al deporte. Estuve en la época de oro, con el Piojo (Miguel Biagioli) y Kiko (Horacio González), que eran profesionales".

Por su parte, Horacio "Kiko" González recuerda sus inicios. "Me levantaba a las 6 de la mañana, antes de ir a la escuela, para ir con la moto a la carnicería. Se la robaba a mi hermano; salía de casa y me iba a fondo".

"El óvalo es mucha pasión. Algo que va a morir nunca. Pero también la técnica es importante. Hay que ser muy inteligente porque en cuestión de milésimas de segundos tienes que decidir por una maniobra".

Franklin "Beto" Gilardi, otro reconocido corredor contó que arrancó tarde. "Ya estaba casado y me incorporé al motociclismo de óvalo. Alrededor de los 24 años. Había grandes pilotos ya. Al motociclismo de óvalo uno lo tiene que llevar en la sangre. Son dos ruedas en una pista en donde se larga a una distancia de una metro del otro. Entonces se ve la destreza de cada piloto para hacer la diferencia".

"Es otro tipo de carrera. El primero puede llegar a estar tercero o último y el último puede llegar a ser primero. Esa es la emoción que tiene el motociclismo de óvalo. No cualquiera corre en motos. Muchos intentaron hacerlo y no es lo mismo andar en asfalto o en las picadas. El motociclismo de óvalo hay que ser muy técnico", amplió.

En tanto, Carlos "Cata" Ávido recuerda: "En esa época recién empezaba el motociclismo. En las Pumitas se corría sin suspensión. Las carreras terminaban el domingo y el martes todavía te dolían los intestinos de tantos sacudones".

Mientras, hizo hincapié en el óvalo. "Había mucha pasión. Hoy escuchó los motores y se me vienen los recuerdos a la cabeza. Cuando bajaba la bandera no te acordabas de nada. Querías ganar y nada más. Se cruce quien se cruce, acelerabas".

Sobre la técnica, Cata reconoció que "A la moto hasta la quinta vuelta la llevabas. Desde la sexta en adelante la moto te llevaba a cualquier lado".

Mítico trazado

Todos los ex pilotos recordaron con nostalgia las competencias en el circuito Máximo Colasanti, ubicado en el estadio del extinto Club Atlético Santiago, a la par de la Avenida Núñez del Prado.

"Era lo máximo. Sentíamos el poste que tocaba en la rueda cuando veníamos doblando. Era tan finito lo que hacíamos que hoy no lo haría. Entre ese circuito y el Jorge Newbery de Añatuya calculo que le gané a 14 campeones argentinos", contó Kiko González.

Beto Gilardi recuerda que "era un circuito muy difícil, más chico pero un óvalo perfecto con mucho peralte. La mas difícil era la cuarta curva y a la salida de la primera, porque el sol te encandilaba. Lo único que veías era un buzo o una campera hasta que doblabas".

Mientras que Cata Ávido afirmó que "el circuito era bastante blando, tierra movediza y había huellas. Aunque el regador pasaba después de cada carrera, como la pista estaba al lado del río, la arena chupaba, se secaba. A veces el segundo no lo veía al primero por el polvaderal. Había que seguir la rueda para saber en donde estabas. Era peligrosísimo, porque había alambrado a la vuelta con postes de cemento. Si te ibas un poco agarrabas el alambrado. Aquí vinieron grandes campeones argentinos y Kiko González les ganaba a toso. Era un crack".

Tantos años de competencias forjaron una estirpe especial del motociclismo de óvalo en Santiago del Estero, que persiste hasta la actualidad con grandes campeones argentinos y equipos que demuestran su poderío año a año. Todo gracias a los grandes pioneros que dieron los primeros pasos.