X
Opinión y Actualidad

“Quo vadis, Argentina?”

“Los pobres no están por casualidad o amargo destino. Sin embargo, todavía hay algunos que se atreven a afirmarlo, mostrando ceguera y crueldad”. (SS. León XIV. Dilexi te).

20/10/2025

Por el Pbro. Dr. Marcelo Trejo.
Centro de estudios Oscar Romero (Fundación CEICOR)

HACÉ CLICK AQUÍ PARA UNIRTE AL CANAL DE WHATSAPP DE DIARIO PANORAMA Y ESTAR SIEMPRE INFORMADO

Siempre tener en claro el horizonte hacia donde nos proyectamos permite afirmar o retomar ejes de ruta. Caminar en zozobras, a tientas o en ceguera cruel no es nada promisorio.  Por ello, en este momento de álgidas coyunturas, “a dónde vas, Argentina” no es una pregunta ociosa.

Al contrario, el interrogante se impone a un nosotros argentino que, con responsabilidades, y en tiempos no lejanos, tuvo oportunidades de recoger a los desplazados del camino o continuar ignorándolos como molestos y desechables.

El cuestionamiento se hace incisivo porque sólo quedó un cuerpo social argentino resquebrajado; herido y agobiado, plasmando sobre todo en las nuevas “sutiles y peligrosas pobrezas” (SS. León XIV).

Sutil sangría popular que pone en peligro la materialidad cotidiana de la vida y el sentido de pertenencia a un pueblo que entrelazaba solidaridad identitaria. Con “batalla cultural” quisieron definir este momento histórico.

¡Mucho para rastreros! Esto solo tiene un nombre: traición social y rapiña económica. "Si malo es el gringo que nos compra, peor es el criollo que nos vende", tal como dijo don Arturo Jauretche.

Argentina, siempre fue un pueblo de entrañable hermandad donde nadie era indeseable por vecino migrante, ascendencia extranjera, color de piel, lugar de origen norteño o sureño, elección sexual, niños o ancianos y menos, en cada joven de barrio con gorra un potencial delincuente adicto.

Aquí, la “justicia social” se constituyó en faro nacional para un Estado presente al cuidado de los más inseguros e invisibilizados. A veces con grandes hitos dignificantes y otras con políticas públicas débiles; pero sin claudicar - por historia y pasión – su rasgo distintivo: “Patria es el otro/a”; una Nación donde debería correr por sus venas la cultura de la vida. ¡Que no nos quiten esa esperanza!, repetía de muchas maneras el Papa argentino (Cf. Ex. (“Spes non confundit”).

“Quo vadis, Argentina?” Mirar críticamente hacia dónde va Argentina no es cosa menor. Frente a un irresuelto “nosotros pueblo lacerado”, sus regiones políticas discriminadas y un federalismo nacional menospreciado, «la democracia se atrofia, se convierte en un nominalismo, una formalidad y pierde representatividad fundante” afirmaba Francisco y hoy también León XIV (Cf. Dilexi te. Sobre el amor hacia los pobres).

Por otro lado, los dolores de pueblo terminarían teniendo sentido si son aleccionadores de vida democrática y sus llagas podrían convertirse en esperanzas de tiempos nuevos. Pues, la historia no se cierra; los males se acaban y “la casa de los perversos será destruida, (Prov. 14, 11), pero, ¿cuántos “¡Nunca más!” debemos acumular para ello en esta tierra bendita? Decía el Papa Francisco: «Yo le tengo mucho miedo a los flautistas de Hamelin porque son encantadores. Si fueran de serpientes los dejaría, pero son encantadores de gente… y las terminan ahogando».

En este escenario actual de decisiones en marcos democráticos, el compromiso de los legisladores nacionales cabe por completo. De ellos depende el bosquejo legal de ser Pueblo-Nación; y de ellos/ellas penden el horizonte de patria escogida. Parafraseando, “dinos qué adhieres o rechazas en parlamento y diremos qué estilo de Nación construyes”.

No defrauden el voto popular. Los escrutarán – escrutaremos - de cerca y desde un lugar cualificado para el discernimiento: “paz, pan y trabajo”. Porque, “cultura de vida o cultura de muerte” no son frases ni pulseadas ideológicas sino categorías de realidad profunda.

Entonces, «si hay que volver a empezar, siempre será desde los últimos, dado que, la inclusión o la exclusión de las personas que sufren definen todos los proyectos económicos, políticos, sociales y religiosos», afirmaba el querido Francisco. ¡Paz Eterna para Él!