Artana describió un patrón histórico que se repite en la economía local: “En cada previa electoral, los argentinos nos dolarizamos. Y si encima aparece el temor de un regreso al populismo, esa dolarización se acelera”.
Desde el levantamiento parcial del cepo, explicó, los argentinos compran unos u$s4.000 millones por mes, lo que genera presión sobre el mercado cambiario y alimenta la incertidumbre.
El economista señaló que el desafío del Gobierno es moderar la volatilidad sin forzar el mercado. “Cuando se intenta contener artificialmente el tipo de cambio, el atraso termina dañando a la economía real”, advirtió.
Artana también se refirió al reciente discurso del presidente Javier Milei, quien afirmó que “el Gobierno no está para arreglar la microeconomía”. El economista coincidió parcialmente, aunque marcó diferencias: “El Estado no puede poner plata en el bolsillo de la gente como antes, pero tampoco puede desentenderse del crecimiento. Sin actividad no hay mejora del ingreso ni empleo sostenible”.
A su vez, remarcó que las tasas elevadas para contener el dólar tuvieron un impacto negativo en la economía productiva. “Si a las empresas les va mal, no necesariamente despiden, pero dejan de pagar horas extras o premios, y eso también es pérdida de ingreso para los trabajadores”, explicó.
Sobre las cuentas públicas, insistió en que el equilibrio fiscal debe seguir siendo el pilar del programa económico: “Los reclamos al Estado son infinitos y muchos son válidos, pero si las cuentas no cierran volvemos al ciclo inflacionario. Hay que discutir prioridades dentro del equilibrio”, subrayó.
Consultado sobre la relación entre devaluación e inflación, Artana destacó que el programa económico “rompió la inercia de que toda depreciación dispara los precios”, y lo consideró “un mérito de la política monetaria restrictiva”.
Respecto al régimen cambiario, propuso avanzar hacia una flotación más libre, pero con reservas suficientes para amortiguar los vaivenes. En ese sentido, señaló que el swap con Estados Unidos podría servir como ancla, siempre que “no se pretenda ir en contra del viento del mercado”.
Por último, se mostró escéptico sobre el clima para atraer capitales. “Nadie va a invertir u$s15.000 millones en minería o en Vaca Muerta si no hay garantías de estabilidad por las próximas tres décadas”, afirmó.