El Estado presentó el proyecto con el objetivo de desprenderse de bienes públicos y reducir el déficit fiscal.
El legendario estadio Maracaná podría cambiar de manos luego de más de siete décadas bajo administración estatal. En el marco de un ambicioso plan de reducción del déficit fiscal, el Gobierno de Río de Janeiro presentó un proyecto que habilita la venta del histórico coloso, donde recientemente se disputó el duelo entre Racing y Flamengo por la Copa Libertadores.
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El anuncio fue confirmado por Rodrigo Amorim, presidente de la Comisión de Constitución y Justicia de la Asamblea Legislativa de Río, quien explicó que el mantenimiento del estadio cuesta alrededor de 160.000 euros por partido. “El Gobierno invierte una fortuna en el mantenimiento del Maracaná”, señaló el legislador, al tiempo que defendió la iniciativa impulsada por el gobernador Cláudio Castro (Partido Liberal).
El plan incluye el desprendimiento de 30 propiedades estatales con el objetivo de reducir el gasto público. Según Amorim, la venta del Maracaná podría concretarse en alrededor de 320 millones de euros, aunque aclaró que el propósito principal no es generar ingresos inmediatos, sino evitar costos derivados del abandono y reactivar inmuebles con un uso más productivo.
El proyecto llega en un momento complejo para las finanzas del Estado de Río de Janeiro, que mantiene una deuda de 1.890 millones de euros con el Gobierno Federal, la cual deberá saldarse antes de 2026 según el programa nacional de reestructuración económica.
Sin embargo, la operación enfrenta trabas legales, ya que el estadio forma parte de una concesión vigente hasta 2044 otorgada al consorcio integrado por Flamengo y Fluminense. Ambos clubes ya adelantaron que cumplirán el contrato hasta su finalización, aunque el Mengao trabaja paralelamente en su propio proyecto de estadio en el terreno Gasolog, que promete superar en altura al Santiago Bernabéu y albergar a 80 mil espectadores.
Ante este escenario, el gobernador Castro presentó el Proyecto de Ley Complementario 40/2025, que autoriza al Gobierno a vender inmuebles públicos incluso si están bajo concesión privada, a través de un proceso de licitación.
No es la primera vez que se intenta privatizar el Maracaná. En 2011, el empresario Eike Batista ya había mostrado interés en adquirir el estadio, antes del Mundial 2014 y los Juegos Olímpicos 2016, aunque nunca logró un acuerdo con el Estado.
Símbolo del fútbol mundial desde su inauguración el 16 de junio de 1950, el Maracaná —testigo del histórico “Maracanazo”— podría estar más cerca que nunca de dejar de ser propiedad estatal, abriendo un nuevo capítulo en su extensa y gloriosa historia.