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Opinión y Actualidad

Crítica de "Urchin"

Harris Dickinson debuta con ‘Urchin’, un retrato honesto y sin condescendencia de la vida en los márgenes, que evita el ‘turismo de clase’ con respeto y verdad.

17/11/2025

Por Laura Pérez
Para Fotogramas

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En Reino Unido lleva años abierta la conversación sobre el origen privilegiado de los actores y cineastas (en realidad de todos los involucrados en las artes) que lleva a un sesgo en la representación del  mundo que vemos en las películas. En este contexto 'Urchin' es un soplo de aire fresco. La mirada del actor Harris Dickinson, a quien hemos visto como modelo en 'El triángulo de la tristeza' (2022) y encarnando el objeto de deseo de Nicole Kidman en 'Babygirl' (2022), demuestra ser conocedora del mundo de los sintecho, cercana y respetuosa.

En 'Urchin' (término inglés que viene a significar ‘pordiosero’) sigue a Mike, un joven que vive en las calles de Londres, delinque y pasa varios meses en prisión. Al comienzo de la película coloca su cámara a una distancia prudencial del personaje. Aun así, más cerca de lo que nos colocamos casi todos cuando vemos (que no miramos) a estas personas. Tras el paso por la cárcel se acerca a él para mostrárnoslo en sus visitas a una asistente social, su búsqueda de  trabajo y lo que parece ser el inicio de una nueva vida. 

El propio padre del director y guionista es asistente social, y él mismo ha trabajado recogiendo basura y en cocinas de mala muerte, igual que el personaje. Nadie podrá acusarlo de apropiación narrativa ni de 'turismo de clase'. Claramente sabe de lo que habla.

Su Mike, interpretado maravillosamente por Frank Dillane ('Harry Potter y el misterio del príncipe') podría ser un personaje de Mike Leigh o Andrea Arnold. Le falta luminosidad y sentido de fábula para pertenecer a Ken Loach.

Porque Dickinson lo que hace es mostrarnos a esas ramas que nacen torcidas, vete a saber por qué, a las que ningún esfuerzo logra enderezar. Cuando creemos estar en un algo previsible viaje hacia la redención nos tuerce el relato –y el gesto– para enseñarnos que la inadaptación y las adicciones son una espiral de difícil salida. El uso de algunos pasajes oníricos puede desconcertar, pero la audacia de jugar con ellos en una ópera prima merece más elogio que crítica. Lo mismo que el personaje que él mismo interpreta, no por vanidad, sino porque el actor lo dejó tirado en el último momento.

Para ver el sorprendente debut del actor en un cine social complejo.