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Por qué a algunas personas no les entusiasma armar el árbol de Navidad, según la psicología

Psicólogos explican que el estrés, los duelos, la presión social por “estar bien” y los cambios familiares influyen en que muchos vivan esta tradición con melancolía, cansancio o directamente prefieran evitarla.

Hoy 15:59

No todas las personas sienten alegría por armar el árbol de Navidad, y la psicología ofrece diversas explicaciones para este fenómeno. Mientras que para algunos la decoración navideña representa felicidad y unión, para otros puede evocar recuerdos melancólicos, estrés o sentimientos de tristeza.

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A diferencia de la infancia, cuando predominaba la expectativa de los regalos y la ilusión, la adultez trae consigo la resonancia de pérdidas familiares o conflictos no resueltos, lo que puede influir en la disposición hacia rituales como armar el árbol de Navidad. Para algunas personas, evitar esta tradición se convierte en una forma de regular la carga emocional y marcar un límite personal.

El doctor Rolando Salinas (MN 72241), jefe de Salud Mental del Hospital Alemán y profesor de Psicología de la Salud en la Universidad Católica Argentina (UCA) explicó al medo Infobae: “En general, las fiestas de fin de año son un motivo de encuentro y de unión familiar. Sin embargo, hay que aceptar que conllevan un componente de estrés debido a cuestiones relacionadas con la organización de las reuniones, los cierres y balances del año laboral y personal, sumados a las preocupaciones excesivas, que son fuente de ansiedad”.

Los duelos por los ausentes son otro motivo de estrés en esta época, dijo el doctor, y agregó: “Muchas personas reviven las pérdidas, los fallecimientos, las rupturas familiares, y en nuestro caso actual, la distancia de los jóvenes emigrados. Los padres, en especial a cierta edad, se alegran del progreso de los hijos que partieron, pero también toman conciencia de la ausencia”.

El doctor Salinas agregó que el cambio en las estructuras familiares tradicionales también ha puesto a prueba a las celebraciones de fin de año, “que pueden suponer un cierto estrés adaptativo para aceptar modelos más complejos con una pluralidad de dinámicas de convivencia”.

Todos estos factores pueden ser de peso a la hora de preparar la casa con la decoración navideña para las fiestas.

Por qué algunas personas prefieren no armar el arbolito de Navidad

Existen diversas razones por las que algunas personas prefieren no armar el arbolito de Navidad. Entre los motivos más frecuentes que enumeran los expertos se destacan:

  • Presión emocional por aparentar alegría. La obligación social de “estar bien” puede resultar incómoda, especialmente si atravesaron situaciones difíciles o no sienten entusiasmo por las fiestas.
  • Cansancio de fin de año: el cúmulo de estrés acumulado por obligaciones laborales, financieras y sociales provoca que muchos prefieran evitar actividades adicionales.
  • Duelo por los ausentes: no solo por los fallecidos, sino también por otras pérdidas, como aquellos que emigraron.
  • Soledad: personas que no tienen familiares de sostén y en esta época de reuniones, esta situación queda mucho más en evidencia.
  • Preferencias personales y búsqueda de rituales alternativos: Algunos eligen no participar en esta tradición porque conectan más con otros modos de vivir la Navidad, optando por encuentros sencillos o prácticas que se ajusten a sus propios valores.
  • Cada una de estas razones evidencia que el vínculo con las fiestas es personal y variable, y que no existe una única manera correcta de atravesar este período.

Perfiles de personalidad navideña

El doctor Thomas Henricks, profesor de Sociología en la Universidad de Elon, en un artículo en Psychology Today expresó que la mayoría de la gente se encuentra atrapada en la expectativa pública de ser festiva o alegre. No todos tienen “el espíritu navideño“, afirmó.

Así, el experto identificó cuatro perfiles de personalidad que suelen manifestarse durante la Navidad, cada uno con sus propios desafíos emocionales:

  • El controlador. Personas con ideas muy definidas sobre cómo deben celebrarse las fiestas, a menudo basadas en recuerdos de la infancia. Suelen asumir la mayor parte de la organización y buscan que todo ocurra según sus expectativas. Aunque su dedicación puede aliviar la carga de otros, también puede generar tensiones.
  • El forastero. Este grupo incluye tanto a quienes viven solos o con pocos recursos como a quienes, por elección, prefieren no participar en celebraciones públicas. Algunas personas introvertidas pueden sentirse ajenas al modelo festivo predominante.
  • El atrapado. Se trata de quienes participan en actividades navideñas por obligación más que por deseo. La presión social y familiar puede llevarlos a asistir a reuniones o eventos que preferirían evitar. Henricks mencionó que este grupo enfrenta desafíos particulares, como la exposición a conflictos familiares latentes o la necesidad de cumplir con expectativas ajenas, lo que puede aumentar el malestar emocional.
  • El sobrecargado. La mayoría de las personas experimenta limitaciones de tiempo y energía durante las fiestas. Las obligaciones laborales, los preparativos, los gastos y los desplazamientos generan una acumulación de estrés. A esto se suman los excesos en comida y bebida, así como la inversión emocional que implica la temporada. Henricks subrayó que la tensión suele aumentar a medida que se acerca la fecha, y que la combinación de preocupaciones financieras, falta de sueño y hábitos poco saludables puede afectar el bienestar general.