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Opinión y Actualidad

“Comedores fantasma”: desvíos de fondos, polémicas e inspecciones en la Ciudad

LA NACION recorrió tres establecimientos que el gobierno porteño registró como inexistentes y uno de ellos estaba operativo; la administración macrista dice que no justificaban las raciones.

Hoy 07:04

Por Abigail Contreiras Martínez, en el diario La Nación

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El gobierno porteño de Jorge Macri dispuso la semana pasada el cierre de 40 comedores de la zona sur de la ciudad de Buenos Aires, a los que calificó de “fantasma”, tras detectar irregularidades en la entrega de más de 5000 raciones diarias de comida. El Movimiento Popular La Dignidad, a cargo de varios de los establecimientos afectados, había denunciado en los días previos, una “campaña de hostigamiento” en su contra y un recorte en la asistencia recibida.

Tras la decisión del jefe porteño, LA NACION realizó una recorrida por tres establecimientos afectados, según la información aportada por el Ministerio de Desarrollo Humano y Hábitat. En dos de ellos no se registró ningún comedor operativo, pero en otro, ubicado en Parque Chacabuco, a pocas cuadras de la villa 1-11-14, aún funciona una red de entrega de alimentos. En el establecimiento, denuncian un recorte injustificado en la asistencia, pero la administración local advierte que la organización a cargo no logró justificar el destino de la mayoría de las raciones que recibía.

En el portón del comedor “Olla Talleres”, uno de los “comedores fantasma” ubicado en la calle Zelarrayán al 1800, pegaron un cartel escrito a mano en el que se lee: “El Gobierno dejó sin comida a 40 comedores. Jorge Macri hacete cargo”. Es el mismo reclamo que repiten dentro del depósito en el que opera la organización La Dignidad y que, según explicaron a LA NACION, funcionaba como centro de distribución de comida para personas que se acercaran por su cuenta y otros comedores de la zona como “La 29”. Este último es uno de los cuatro establecimientos de la villa 1-11-14 que el gobierno dio de baja por irregularidades.

En el depósito, de acuerdo al testimonio de trabajadores de La Dignidad que se encontraban presentes durante la visita de este medio, también se desarrollan actividades para jubilados, talleres de artesanías y clases de apoyo escolar para niños.

Trabajadores de “Olla Talleres” afirman que la administración porteña recortó drásticamente el 25 de noviembre la asistencia que enviaba al establecimiento. Según documentos que enseñaron a LA NACION, pasaron de recibir 1705 raciones de comida para adultos, previo al anuncio a solo 185 este mes, lo que habría obligado a pasar de un esquema de ayuda diaria a uno semanal.

Los beneficiarios -muchos de los otros comedores afectados de la villa cercana- preguntan a través de un grupo de Whatsapp qué día les toca pasar a buscar su ración. A cada comedor cerrado de la zona le toca un día diferente y las raciones -explicaron- se distribuyen por orden de llegada, hasta agotar la disponibilidad.

En el Ministerio de Desarrollo Humano y Hábitat, que tiene la misión de ejecutar los cambios dispuestos en la distribución de la asistencia alimentaria, explican que la caída en la cantidad de raciones enviadas atiende a que la organización no logró justificar semejante volumen de concurrencia al comedor. Este año, la administración macrista implementó el nuevo sistema digital para el empadronamiento de beneficiarios que le permite, entre otras cuestiones, monitorear en tiempo real que los alimentos enviados sean adjudicados correctamente a quienes lo necesitan. Una misma persona puede retirar más de un plato de comida si tiene registrados a su nombre otros miembros del grupo familiar.

Hay un control estricto y riguroso, que realizamos todos los días, apoyado en tecnología para garantizar transparencia en cada etapa del proceso. Ningún plato de comida puede terminar en un destinatario que no corresponde, y mucho menos en la política. Una Ciudad más justa es la que sabe exactamente a quién está ayudando”, sostuvo el ministro de Desarrollo Humano y Hábitat, Gabriel Mraida.

A través de este nuevo sistema digital, el gobierno porteño logró identificar más de 5000 raciones de comida diarias no justificadas entre 40 comedores. Ese proceso habría derivado luego en visitas del personal de la cartera porteña que conduce Mraida a los domicilios en los que funcionaban los comedores, entre ellos “Olla Talleres”.

Ante la consulta de LA NACION, en el ministerio explicaron que se visitó el lugar en más de una oportunidad, que no se registró gente esperando su ración fuera del depósito y que quienes se encontraban en el terreno no permitieron el ingreso de los empleados del gobierno para fiscalizar. Tampoco les habrían entregado planillas o documentos que dieran cuenta de la afluencia de beneficiarios que declaran, motivo por el que se decidió restringir la ayuda.

En el tiempo en que LA NACION permaneció en el comedor -alrededor de una hora y media entre las 11 y 12.30 del viernes- ingresaron al comedor al menos doce personas, algunas acompañadas por niños en edad escolar. En ningún caso las personas se registraron ni digital, ni analógicamente -en planillas impresas- antes de retirar la comida. Simplemente entregaban el tupper a una de las cocineras, que lo llenaba con una porción de polenta y algunos medallones de pollo rebozado, y se retiraban del lugar.

Gabriela, una de las encargadas de ese comedor, confirmó que no utilizan la aplicación del Gobierno de la Ciudad, pero que la afluencia de beneficiarios es constante. Explicó que, por la tarde, el lugar ofrece apoyo escolar y merienda para menores de edad, y que, al mediodía, cocina para todos aquellos que se acerquen al lugar: desde trabajadores de dos cooperativas asociadas a la organización hasta personas en situación de calle y vecinos de la villa 1-11-14 que antes asistían a otros comedores afectados del barrio.

Algunas personas se llevan más de una ración. Una chica que se acercó durante la visita de LA NACION detalló que retiraba comida para toda su familia. En total, son diez integrantes entre hermanos, padres e hijos. Su colecta: dos flautas de pan, un tupper grande de polenta con poco más de una decena de medallones de pollo del tamaño de la palma de una mano, cinco naranjas y cinco manzanas. Nada de lo entregado quedó formalmente registrado. Sin la posibilidad de llevar un conteo ni fiscalizar, resulta prácticamente imposible determinar el verdadero alcance del comedor.

En cambio, en otros domicilios bajo los que estaban empadronados comedores irregulares, según la información aportada por el Ministerio de Desarrollo Humano y Hábitat, no se registró actividad alguna. En Corrales 3400, en Villa Soldati, no se encontró ningún predio que pudiera funcionar como comedor, mientras que en White 21 (Mataderos), donde presuntamente se ubicaba el establecimiento “Los amigos”, los vecinos aseguraron que no estaban al tanto de que allí se entregara comida.

En esa dirección hay una casa particular de dos plantas. Cuando LA NACION tocó el timbre para consultar si en alguna de las habitaciones de esa construcción operaba de manera temporal un comedor, un muchacho se asomó por la terraza y negó que ese fuera el caso. En los comercios de los alrededores también descartaron que ese lugar ofreciera algún tipo de asistencia alimentaria: nunca vieron gente retirando viandas en la casa.

Juan Carlos, que frecuenta la zona, tampoco estaba al tanto de que en ese sitio hubiera un comedor. El último recuerdo que tiene de algún tipo de ayuda alimentaria en esa calle es de la pandemia de Covid-19. Fue justamente en esa época que -según Mraida- la rápida proliferación de comedores volvió difícil su control.

Según relató Juan Carlos a LA NACION, en la plazoleta frente al domicilio declarado, en ocasiones aparecía colgado un cajón con raciones de comida dentro que cualquiera, a simple vista, podía retirar. Cuando las medidas de aislamiento social cedieron, incluso esa asistencia precaria y desordenada desapareció.

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