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Salta: secuestró, torturó, abusó y asesinó a dos hermanitos y podría recuperar la libertad

Marcelo Torrico, uno de los condenados por el doble crimen de Octavio y Melani Leguina, está cada vez más cerca de salir de la cárcel. La familia advierte: “Puede haber otros chicos en peligro”.

Hoy 13:11

A pesar de su condena a reclusión perpetua y de varios intentos de fuga, Marcelo Torrico, el hombre que secuestró, torturó y asesinó a los hermanitos Octavio y Melani Leguina en Salta en mayo de 1998, está cada vez más cerca de la libertad.

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Torrico lleva más de 20 años detenido y permanece, por decisión propia, en aislamiento. Si bien no hay plazos definidos todavía, la Justicia ya inició un proceso paulatino que le permita - eventualmente - reintegrarse a la sociedad.

En diálogo con TN, Miguel Leguina, el papá de las víctimas, contó que se enteró por los medios de la noticia y lanzó una advertencia contundente: “Si Torrico sale, puede haber otros chicos en peligro. Es una persona enferma”.


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El día que todo cambió: la desaparición de los hermanos Leguina

El 4 de mayo de 1998, Octavio y Melani salieron de su casa en el barrio Alto la Viña para ir a la escuela. Todos los días hacían juntos el mismo camino, pero ese lunes no llegaron.

“Como a las 17 no habían vuelto, agarré mi bicicleta y fui a la escuela a buscarlos”, relató Miguel, su papá. Ya no había ningún chico cuando llegó y la docente que le abrió la puerta transformó con una sola frase la preocupación que sentía en terror: sus hijos no habían ido al colegio.

De un momento a otro, todo cambió. Empezó a recorrer las calles, las casas de los compañeritos de la escuela donde podían llegar a estar y hasta fue a preguntarle a sus propios parientes si los habían visto, pero nadie sabía nada.

Así fue como terminó en la comisaría, pero al principio no le tomaron la denuncia. “Vio como son los chicos, por ahí se han distraído en el camino...”, fue la respuesta que le dio la policía.

Nadie imaginaba el horror que estaban por descubrir.

La búsqueda, el hallazgo y la conmoción

A las 21 de aquel fatídico lunes, finalmente, Leguina logró radicar la denuncia por la desaparición de sus hijos y se activaron los primeros rastrillajes.

Durante seis días la familia, vecinos y la policía buscaron a Octavio y a Melani vivos, hasta que finalmente encontraron sus cuerpos en las afueras de la ciudad. “Estaban en un predio que pertenecía a un comisario retirado”, precisó a TN su papá.

Los hermanitos, de apenas 6 y 9 años, tenían los cráneos destrozados a golpes, signos de tortura y abuso sexual. La escena era devastadora: todavía llevaban puesta la ropa con la que habían salido rumbo a la escuela, aunque a Melani le faltaba una zapatilla. Cerca de ellos, la policía encontró sus mochilas y una polera manchada de sangre.

Con el correr de las horas, el avance de la investigación reveló detalles estremecedores. Antes de asesinarlos, los obligaron a tragar y respirar cocaína, los quemaron con cigarrillos y abusaron sexualmente de la nena delante de su hermano menor.

Un testigo clave y dos sospechosos

El entorno más cercano de las víctimas quedó bajo sospecha, pero no hubo ningún elemento que vinculara a la familia con el doble crimen. Fue entonces cuando aparecieron en escena Marcelo Torrico y Esteban Brandán.

“La policía ya les venía siguiendo los pasos por el robo de un auto, los tenían en la mira”, contó el padre de los nenes asesinados. Después, la declaración de un testigo fue clave para convertirlos en los principales sospechosos de la causa que investigaba lo ocurrido con Octavio y Melani.

“Fue un chico que justo andaba en bicicleta y se le rompió la cadena a media cuadra del lugar en donde los secuestraron: vio cuando frenó el auto y los vio (a Torrico y Brandán) subir a los nenes a la fuerza”, sostuvo Leguina.

Los investigadores pudieron probar que los asesinos llevaron a las víctimas a la zona sur de la ciudad en un Volkswagen Gace y allí los torturaron de manera atroz hasta matarlos.

Los detalles del expediente judicial ya ubicaban el caso como uno de los más escalofriantes en la historia de Salta, pero todavía faltaba responder más interrogantes.

La hipótesis principal: una venganza macabra

El móvil del doble crimen de los hermanitos Leguina fue el siguiente punto a esclarecer. En el juicio que se hizo por el hecho en 1999, Torrico aseguró que había sido una venganza contra el padre de los chicos, a quien acusó de haberles “mejicaneado” droga.

Incluso, llegó a afirmar que Miguel Leguina estuvo presente en el momento del asesinato: “Si no pregúntenle a Brandán”, lanzó desafiante ante el tribunal. Tal versión no se pudo probar, pero el daño ya estaba hecho.

“Torrico no me conocía, ni a mí ni a los chicos. No fue ninguna venganza”, subrayó a este medio Leguina. Y agregó: “Lamentablemente, mis hijos pasaron por el lugar equivocado, por donde pasó este psicópata”.

Lo cierto es que en medio del duelo, el padre de las víctimas fue señalado durante el tiempo suficiente como para que su situación fuera, si eso era posible, más difícil aún.

“Toda la vida fui pintor de obra, era muy conocido acá, y a raíz de esto de la noche a la mañana se me cerraron las puertas de trabajo. No tenía cómo darle de comer a mi familia”, lamentó el hombre.

“Me embarraron mucho”, cuestionó Leguina, que recién con el paso de los años pudo empezar a revertir esa posición.

“Yo le demostré a la sociedad que no hice nada malo para que me pudiera pasar algo así”, afirmó.

Condenados

A 27 años del horror, no hay certezas sobre cuál fue el motivo detrás del doble crimen de los hermanos Leguina. Quizás efectivamente, como cree su padre, los chicos solo hayan estado en el lugar y el momento equivocados.

“Casualidades” aparte, para la familia no fueron pocas las fallas en la investigación y sobre todo en el trabajo de la policía.

En este sentido, Leguina destacó a modo de ejemplo que la Justicia “nunca citó a declarar al chico que vio el momento del secuestro y tampoco a la nena que encontró los cuerpos”. Sus testimonios podrían haber sido claves en la búsqueda de la verdad.

Un año después de los asesinatos se dictaron dos condenas. Tanto Torrico como Brandán recibieron la pena máxima y actualmente siguen detenidos en la cárcel de Villa Las Rosas: el primero en el pabellón “R” y el segundo en el “C”.

Pero esa situación pronto podría cambiar, y eso reabrió un viejo debate: ¿se pueden resocializar?

“Los primeros años tenía tanta ira que no sé qué hubiera pasado si lo tenía enfrente (a Torrico)”, se sinceró el padre de las víctimas, ante la posibilidad - ahora mucho más cercana - de que los asesinos condenados vuelvan a caminar por la calle como hombres libres.

Según publicaron días atrás los medios locales, la jueza de Garantías Ada Zunino encabezará una reunión clave con el director del penal y el propio Marcelo Torrico para evaluar el futuro de este último dentro del sistema penitenciario.

“No sé si será dentro de dos, tres, cinco o diez años, pero en algún momento va a salir, porque es lo que corresponde”, explicó la magistrada al diario El Tribuno, y reafirmó: “No es por capricho, es una obligación laboral”.

Al ser consultada por TN, la jueza Zunino sostuvo que la reunión todavía no se concretó, pero confirmó estar en conversaciones por ese tema y no quiso hacer más comentarios al respecto.

“Nosotros queremos que siga preso”, apuntó por su parte Miguel Leguina, que se reunirá a su vez con el abogado Marcelo Arancibia para asesorarse legalmente. Ya no siente aquella ira del principio, pero el dolor de la ausencia para su familia es perpetuo.

“Me aferré mucho a la fe. Dios me dio sabiduría y fuerzas para seguir y darle un buen ejemplo a mi nieto”, concluyó.

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