La actriz británica retoma a la protagonista en una nueva etapa marcada por tensiones morales, vínculos contradictorios y un viaje que continúa directamente tras el final de la primera temporada.
La segunda temporada de Fallout retoma la historia exactamente donde concluyó la primera, con Lucy y el Ghoul avanzando, no sin fricciones, hacia New Vegas. En este nuevo tramo, la serie vuelve a poner el foco en el contraste entre ambos personajes, una dinámica que encuentra en Ella Purnell a su principal eje narrativo.
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Lucy, interpretada por Purnell, es presentada nuevamente como una joven que abandona la seguridad de la Bóveda —el refugio subterráneo donde pasó toda su vida— para internarse en el Páramo, la superficie devastada del mundo postnuclear. Su objetivo inicial sigue siendo encontrar a su padre, Hank (Kyle MacLachlan), aunque el recorrido la obliga a confrontar no solo la violencia del entorno, sino también las certezas morales con las que fue criada.

En ese trayecto se mantiene su relación con el Ghoul (Walton Goggins), un vaquero postapocalíptico desfigurado, cínico y hostil, cuya experiencia de más de dos siglos en la superficie lo ha llevado a una visión nihilista del mundo. Para Geneva Robertson-Dworet, creadora y guionista principal de la serie junto a Graham Wagner, la interacción entre ambos personajes es uno de los principales motores dramáticos: Lucy cree firmemente en hacer el bien, mientras que el Ghoul desconfía de la moralidad como respuesta válida en un entorno extremo.
Purnell señaló que, en esta temporada, Lucy y el Ghoul intentan influirse mutuamente, aunque ambos se muestran obstinados y reacios a ceder. La actriz describió el vínculo como una relación marcada por discusiones constantes, en la que existen similitudes que ninguno de los dos está dispuesto a reconocer. Esa tensión, sostuvo, es clave para entender la evolución de su personaje.
Ella Purnell
En paralelo, Lucy atraviesa un conflicto interno profundo tras descubrir la verdadera naturaleza de su padre. La relación idealizada entre ambos se derrumba cuando se revela que Hank fue responsable de un ataque nuclear contra una ciudad civil. Según Purnell, esto deja a Lucy en una zona ambigua: ya no puede amar a su padre como antes, pero tampoco odiarlo por completo. Esa grieta emocional la lleva a cuestionarse quién es realmente y en qué puede convertirse.
La serie refuerza así uno de sus temas centrales: la ausencia de divisiones claras entre el bien y el mal. En ese contexto, Lucy se ve obligada a revisar su fe en la bondad inherente de las personas y a enfrentar una realidad que contradice todo lo aprendido en la Bóveda. La segunda temporada profundiza ese proceso, colocando al personaje de Purnell en el centro de un relato que explora la pérdida de la inocencia y la complejidad moral del mundo que la rodea.
La nueva entrega de Fallout, basada en la popular saga de videojuegos iniciada a fines de los años noventa, se estrenó el 16 de diciembre en Prime Video y continúa desarrollando el recorrido de Lucy como figura clave dentro de un universo donde sobrevivir implica, muchas veces, redefinir las propias convicciones.