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Opinión y Actualidad

El desafío de consolidar a Argentina como exportador de alimentos con valor agregado

Argentina es el segundo exportador neto de alimentos del mundo. El desafío es dejar de vender materias primas y consolidarse como referente en valor agregado.

Hoy 04:54

Por Norberto Laboranti, en diario Ámbito
Argentina posee un potencial extraordinario para consolidarse como uno de los grandes polos alimentarios del mundo, una vez más. Su vasta extensión de tierras fértiles, la diversidad climática que permite múltiples sistemas productivos y una tradición agroindustrial construida a lo largo de generaciones, conforman una base sólida que pocos países pueden igualar. Pero este potencial se vuelve realmente estratégico cuando se lo vincula al rol exportador.

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De acuerdo con el reciente Informe de Comercio Exterior de la Subsecretaría de Mercados Agroalimentarios e Inserción Internacional referido a la Agroindustria, Argentina es el segundo exportador neto de alimentos del mundo, con presencia en todos los continentes.

Sobre esta base, la industria alimentaria argentina demuestra una capacidad creciente para transformar recursos naturales en productos de calidad, con identidad de origen y valor agregado. Este escenario da cuenta que no solo se puede producir alimentos de calidad, sino abastecer de manera sostenida a mercados internacionales cada vez más exigentes.

Ahora bien, exportar ya no significa simplemente colocar productos en el exterior. Implica construir relaciones de confianza, consolidar marcas país y responder con innovación a las tendencias internacionales: mayor valor agregado, el desarrollo de alimentos funcionales, certificaciones de origen y sistemas digitales que garantizan transparencia en toda la cadena.

Convertirse en un polo exportador implica que Argentina deje de ser vista sólo como proveedora de materias primas para convertirse en una referencia de conocimiento, tecnología y calidad alimentaria. Este camino requiere infraestructura moderna, políticas estables, inversión en ciencia y una fuerte articulación entre sector público, privado y académico. Implica, además, entender que cada producto que cruza las fronteras lleva consigo parte de la identidad del país y abre puertas para nuevos desarrollos.

Cada vez que Argentina logra transformar materias primas en productos alimenticios con valor agregado, no solo incrementa el valor de sus exportaciones: genera empleo, impulsa la innovación y fortalece su posicionamiento en la discusión global sobre seguridad alimentaria.

La exportación de productos con alto valor agregado, entonces, no es solo un resultado económico: es un motor de transformación interna. El desafío está en convertir ese potencial en una estrategia sostenida en el tiempo.