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La historia del Mono González, el último rebelde

El temible goleador bandeño cuenta cómo recorrió tantos años en el fútbol haciendo de las suyas y habló de las ganas que aun mantiene.

03/06/2020

Para la mayoría de los hinchas de Sarmiento es el máximo ídolo. Goleador con pinceladas mágicas, con el potrero marcado a flor de piel. Gregorio Luis Federico González, el "Mono". En una charla exclusiva con Diario Panorama, el legendario delantero contó su historia en el fútbol; sus comienzos, anécdotas y la alegría que fue ser campeón con el club de sus amores en tantas ocasiones.

El Mono reveló cómo fueron sus inicios en el fútbol. "Hice todas las inferiores en el club y luego pasé a reserva y debuté en primera en el año 1997. Ahí empezó mi carrera. Fue una alegría tremenda, era un sueño debutar en Sarmiento".

Desde ese momento hasta el día de hoy, ya son 23 años dentro de las canchas. González afirmó que se debe "al esfuerzo, al sacrificio y la constancia; es fácil llegar, pero difícil mantenerse. Siempre supe cómo estar mentalizado, sabiendo que debía jugar bien cuatro de cinco partidos y ese único hacerlo regular. Tuve mucho cuidado personal, me entrenaba y no faltaba nunca. Fui titular en casi todos los partidos".


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Gregorio González pudo haberse calzado la camiseta de River a fines del siglo pasado. Sin embargo desechó esa chance. "Tuve la oportunidad de probarme. Jugamos un Torneo Argentino B en 1998, me ven en Tucumán y me recomiendan. Fui, estuve unos días, pero no quería saber nada de estar en Buenos Aires. Pegué la vuelta. Fueron algunas prácticas en donde anduve muy bien, pero me tiraba La Banda".

El domingo 23 de mayo del 2010 Sarmiento venció por 1-0 a Atlético Paraná en el partido de vuelta de la final del Torneo del Interior; fue 2-2 en el global y tenían que ir a los penales. El Profe logró imponerse por 4-3 y desató el delirio de los hinchas.

El Mono recuerda con mucha emoción el ascenso de Sarmiento. "Fue la mejor alegría de mi carrera. Eran varios años de ir perdiendo en esas chances, no podíamos clasificar y en el 2010 conformamos un gran equipo, hicimos un gran torneo en donde solo perdimos un partido en la final (2-1 en la ida) y luego lo dimos vuelta".


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"Era un equipazo. Había grandes nombres, con experiencia y principalmente excelentes personas. Conformamos un gran grupo. Fue una gran felicidad ver a tanta gente con alegría, es impagable. Se disfruta más porque soy hincha", agregó Gregorio.

Sobre la tanda de penales, el Mono contó: "Tenía mucha confianza que íbamos a ganar. En el primer juego nos perdonaron la vida y en el regreso del viaje estábamos todos confiados en darlo vuelta. En el torneo local perdimos muchas finales por definición desde los penales y esta vez se nos dio".

En sus años en Sarmiento, el Mono compartió equipo con otro símbolo del club, Javier Peyla, con quién no se llevaba bien. En la charla cuenta cómo fue esa relación tan tensa. "Tenía diferencias con él. Éramos chicos y los dos con un fuerte temperamento. No nos saludábamos afuera de la cancha, pero adentro éramos hermanos y ganamos muchos campeonatos. Con el paso de los años nos arreglamos y ahora nos saludamos y conversamos. Todo quedó atrás. A veces uno comete errores y hablando se solucionan".

Ese temperamento le jugó muchas malas pasadas en sus comienzos y Gregorio lo recuerda. "Vivía expulsado por protestarles a los árbitros, nunca por pegar una patada o algo así. Pero también con los pasos de los años fui aprendiendo. A veces los entrenadores me sacaban de los partidos por pelear con los jueces".


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El prolífico delantero bandeño también dedicó un párrafo especial para los entrenadores que tuvo. "Casi todos me marcaron y aprendí mucho de ellos. Pude tenerlo a Fernando Donaires que me cambió la mentalidad, a Tato (Acuña) con quien jugué y luego me dirigió. También tuve a Alpidio Elizeche y a Adrián Kalujerovich".

El Mono marcó una era en Sarmiento y formó dupla con muchos delanteros. Sin embargo él contó con cuáles fueron las mejores. "Formé una gran dupla con Pablo Ledesma. Nos buscábamos constantemente; si yo la tenía, me metía una diagonal. Nos conocíamos bien, me gustaba jugar con él. Se movía muy bien con y sin pelota. Después también tuve la chance de jugar con Juampi Zárate, el cordobés, un animal; nos asociábamos bien. Son los dos con los que más me entendí".

Gregorio González es sinónimo de goles importantes en su carrera. Y el delantero recuerda cuáles fueron los más destacados. "Hay muchos goles que recuerdo, pero los más lindos son en las finales que ganamos ante Central Argentino. Y también el último con Independiente de Beltrán, en donde logramos el título de la Federación".

El Mono también es recordado gratamente por los hinchas de Central Córdoba, ya que defendió los colores del Ferroviario en el año 2001, cuando el equipo del Oeste capitalino no estaba pasando un buen momento deportivo. "En 2001 voy a Central Córdoba que había descendido a la B local. Éramos candidatos. Todos los partidos jugamos a cancha llena y logramos el objetivo. Era linda la propuesta y mostré que podía jugar en otro club".


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Pocos tienen el placer de contar que fueron campeones con el club de sus amores desde dos puestos diferentes: el de jugador y el de entrenador. Gregorio González se dio el gusto. "Fue una linda experiencia en donde apostamos a muchos chicos del club. Con Diego (Mánquez, su asistente) hicimos un gran trabajo; nos conocemos muy bien y pensamos igual. Es una sensación especial ya que pudimos ser campeones. Me gustaría volver a dirigir ahora cuando deje nuevamente de jugar".

Por último el Mono cuenta con emoción el reconocimiento que tiene en torneo momento. "Es lindo el cariño de la gente, que te saluden y te hagan sentir importante. Es una muestra de lo que hice en mi carrera. El hincha sabe valorar".

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