Con el campeonato asegurado antes de salir a la cancha, el Xeneize jugó en Avellaneda ya sabiendo que era campeón
Un 6 de junio, pero de 1999, Boca se consagraba bicampeón del fútbol argentino y daba el puntapié inicial a la era más gloriosa de su historia. Aunque ese día cayó 4-0 ante Independiente, la noticia llegó desde Núñez, donde Racing le ganó 3-2 a River y le entregó el título en bandeja al equipo de Carlos Bianchi.
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Con el campeonato asegurado antes de salir a la cancha, el Xeneize jugó en Avellaneda ya sabiendo que era campeón. La derrota fue anecdótica: la fiesta estaba en marcha desde el vestuario. José Luis Calderón fue figura con tres goles —uno desde mitad de cancha—, pero la verdadera historia se escribía en azul y oro.
Ese partido marcó el final de una racha histórica de 40 partidos invicto, récord que aún sigue vigente en el fútbol argentino. Pero nada empañó el logro. Bianchi repetía el título logrado en el Apertura y ratificaba su liderazgo al frente de un plantel que marcaría una época.
Aquel bicampeonato fue más que una consagración local: fue la piedra fundacional del ciclo más exitoso de Boca. Desde allí, llegarían las Copas Libertadores, las Intercontinentales, las hazañas internacionales y la consolidación de una identidad ganadora que aún late en cada hincha.
26 años después, el recuerdo sigue intacto. El Boca de Bianchi no solo ganó: convenció, enamoró y dejó una huella imborrable. Un equipo eterno que transformó los sueños en historia.