El delantero se reencontró en tierras mexicanas con Diego Mazzilli, el captador que lo llevó desde Santiago del Estero a Boca y lo acompañó en sus primeros pasos como futbolista. Una imagen que resume memoria, gratitud y raíces.
Hay abrazos que explican más que mil palabras. Y el que se dieron Exequiel “Changuito” Zeballos y Diego Mazzilli en México es uno de ellos. El delantero de Boca, que pasa sus vacaciones en tierra azteca, se cruzó en un shopping con quien fue su descubridor y principal sostén cuando todo empezaba. La foto los muestra sonrientes, caminando juntos, como si el tiempo no hubiera pasado.
La imagen la compartió primero Mazzilli en sus redes con una frase simple y directa: “Te quiero, amigo”. Zeballos la reposteó con un corazón. No hizo falta más. Detrás de ese gesto hay una historia que empezó en Santiago del Estero, cuando el captador lo vio jugar, lo fue a buscar y lo llevó a Boca para darle la oportunidad más grande de su vida.
Durante casi 20 años en Boca, Mazzilli fue uno de los ojeadores más reconocidos del fútbol juvenil argentino. Recorrió rutas, canchas y pueblos buscando talento, pero también conteniendo a los chicos cuando el sueño empezaba a pesar. Con Zeballos estuvo desde el inicio y lo acompañó en los momentos más difíciles, como la adaptación en la pensión y la distancia con su familia.
Lo mismo hizo con otros nombres que hoy son realidad en Primera, como Alan Varela, Valentín Barco y Aaron Anselmino. “Es gratificante para mí saber que pude ayudar a muchos chicos a cumplir sus sueños y siento un gran orgullo al ver una gran camada de pibes que han llegado a Primera”, había escrito en su despedida del club.
Hace un tiempo, el propio Mazzilli había compartido el video de aquel viaje clave por la ruta santiagueña rumbo a Buenos Aires: “Cuando vas feliz por la ruta de Santiago del Estero porque sabés que el Changuito va a jugar en Boca”. Años después, ese recorrido se completa con este abrazo en México, lejos de casa pero cerca del origen.
Hoy Zeballos sigue escribiendo su historia como profesional y Mazzilli, ya fuera del club y con presente en Tigre, mira hacia atrás sabiendo que aquella apuesta valió la pena. El reencuentro no fue casual: fue un recordatorio de que en el fútbol, como en la vida, hay lazos que no se cortan. Aunque el camino lleve lejos, siempre hay abrazos que te devuelven a casa.