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Un médico engañó y embarazó a 56 mujeres con su propio semen

The New York Times, en una extensa investigación, ha conseguido hablar con las víctimas de varios médicos privados que decidieron no utilizar el semen de donantes o de parejas y usaron el suyo propio.

01/09/2019

Las técnicas de reproducción asistida han avanzado mucho desde el nacimiento de Louise Brown, la primera niña concebida en el mundo por fecundación in vitro, el 25 de julio de 1978 en Inglaterra. Desde entonces miles de mujeres en todo el mundo han sido madres gracias a los avances de la medicina, bien porque problemas de salud suyos o de su pareja les impedían concebir o bien porque sus circunstancias personales no eran las propicias para tener un hijo de un modo natural.

Ahora, después de 40 años de uso de estas técnicas, empiezan a florecer casos de irregularidades que han marcado para siempre a esas mujeres que confiaron en la medicina para cumplir su sueño de ser madres. The New York Times en una extensa investigación ha conseguido hablar con las víctimas de varios médicos privados que hace varias décadas decidieron no utilizar el semen de donantes o de parejas y apostaron por usar el suyo propio. Los casos de clínicas involucradas salpican a varios estados de EEUU (Connecticut, Vermont, Idaho, Utah y Nevada), a países europeos (Inglaterra, Alemania y Holanda), a Canadá y a Sudáfrica.

El caso del doctor alemán Jan Karbaat es uno de los más sangrantes. Las autoridades han comprobado a través de pruebas de ADN, que el médico, ya fallecido, era el padre de al menos 56 hijos de pacientes que confiaron en él para quedarse embarazadas. “Las cosas hace treinta años eran muy distintas. Quizá el doctor Karbaat era un donante anónimo y no lo sabemos. No existen registros de la época”, ha explicado el abogado de la familia a The New York Times.

Hace unos meses, en Ontario (Canadá), se descubrió otro caso de un doctor que habría utilizado su semen en 11 casos de inseminación artificial. Al parecer, habría tratado de convencer a una de sus pacientes de que lo había usado mezclado con otro para dar con una fórmula perfecta responsable de que el embarazo se hubiera realizado con éxito. Las autoridades sanitarias han calificado de “increíbles y reprobables” las explicaciones que ofreció a su paciente.

“El problema es que lejos de parecer unas manzanas podridas aisladas era una práctica más generaliza de lo que pensábamos que ha estado escondida bajo el estigma y los fallos de protocolo”, ha explicado el biotecnólogo Dov Fox de la Universidad de San Diego.

Las pruebas de ADN realizadas a 61 personas en la ciudad de Indianapolis aseguran que todos son hijos del doctor Donald Cline. El médico se declaró culpable y reconoció haber mentido a los investigadores pero solo ha sido condenado con la retirada de su licencia médica durante un año. Las condenas son tan irrisorias porque en la mayoría de los estados la ley no contemplaba este tipo de delito.

Ahora, los legisladores se están poniendo las pilas y, en estados como Texas, se han aprobado leyes que consideran este tipo de prácticas como delictivas y las tipifica como abusos sexuales. Otros estados como California, van por el mismo camino. Existe un gran debate sobre si haber inyectado un semen sin consentimiento en el vagina de una mujer puede ser considerado una violación aunque se trate de un procedimiento médico.

Todos estos casos están saliendo a la luz porque en Estados Unidos se ha puesto de moda hacerse test de ADN domésticos para conocer mejor los antepasados.

“Construyes toda tu vida basada en una identidad genética y de pronto cuando todo eso se derrumba y se ve alterado puede llegar a ser devastador”, ha dicho un de las víctimas a la periodista Jacqueline Mroz del Times. “Después de hacerme un test de ADN, comprobé que era hija del doctor. Cuando se lo comuniqué a mi madre se sintió violada. Estoy tratando de sobrellevar todo lo que se me ha venido encima. Estoy ante una crisis de identidad muy fuerte,” ha narrado otra mujer.

Los abogados de las víctimas coinciden en que hay que llegar hasta el final del asunto y no dejar de investigar otros casos que todavía no hayan salido a la luz. Es importante conocer a fondo lo que ha pasado para que en el futuro no vuelva a ocurrir.