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El “Monstruo de Bélgica”: violador, pedófilo y asesino serial que castró y enterró vivo a un amigo

Marc Dutroux dejó una marca tan trágica que ni siquiera la demolición de sus dos casas logró borrar de la sociedad. Dos de sus pequeñas víctimas murieron de hombre en un sótano.

13/08/2023

Las dos casas de Dutroux, en Bélgica, ya no existen. La de Marcinelle (Cherleroi) fue demolida en 2021. Dos años después. La de Sars-la-Buissère corrió la misma suerte. Ni siquiera los escombros, el polvo y la destrucción, que pronto serán nada, pueden contra el horror que albergaron esos lugares.

Victor Dutroux y Jeanine Lauwens, una pareja de profesores, se conocieron en 1956 en Bruselas y en noviembre del mismo año, la madre dio a luz a Marc Dutroux. Ella dijo que era un niño no deseado. Marc Dutroux fue el mayor de tres hermanos y una hermana.

Pero esta historia comienza mucho tiempo antes de que su protagonista llegara a este mundo. Mucho antes de que la prensa lo llamara Monstruo o Bestia. Su padre, una persona con trastornos psiquiátricos sospechaba que el bebé que su esposa -una mujer calculadora, egoísta y tortuosa- no era suyo: “Cuando decidimos casarnos y tener una relación, ella acababa de dejar otro novio. Entonces tal vez ella estaba embarazada del otro “. Había sido un hijo no deseado por los dos.

Según Marc Dutroux, el protagonista, su madre cometió incesto con él y sus cuatro hermanos, uno de los cuales se suicidó en 1992, 20 años después de la separación de sus padres en 1972.


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Dutroux, que tiempo después será llamado la Bestia humana, era considerado por sus maestros como un joven rebelde e insoportable. Fue echado de las escuelas secundarias de Morlanwelz , Fleurus y Charleroi por problemas disciplinarios. Aunque obtuvo un diploma de electricista en Nivelles, no fue contratado por el establecimiento porque “vendió fotos atrevidas a un estudiante del internado” .

A la mayoría de edad se marchó de la casa y comenzó a vender sus servicios sexuales a hombres. Tenía 18 años. “Nunca pensé que realmente pudiera ser homosexual. Aunque hasta los 18 años nunca mostró ninguna atracción particular por las mujeres daba la impresión de que pensaba que una mujer era un objeto sobre el que te acuestas. Una cama”, declaró su madre.

Su pasatiempo favorito era el patinaje sobre hielo y lo consideraban “un excelente patinador”. En 1975,Marc Dutroux inició una relación con Françoise Dubois, una huérfana de 17 años, a quien conoció en una pista de hielo. Se casaron y tuvieron dos niños: Dany, en 1977, y Xavier. en 1979.

Dos años después, en 1981, en la pista de hielo de Forest, Marc Dutroux conoció a Michelle Martin, una joven profesora de 21 años. Ella se convirtió en su amante, mientras le oculta su estado civil.

Su esposa logró el divorcio en 1983después de las infidelidades y las palizas que le propinaba Dutroux, quien le reveló a su madre: “Se la pasé a un amigo porque ya no me convenía”. Michelle Martin se unió a Dutroux en Charleroi. En 1984 tuvieron un hijo al que llamaron Frédéric.

Una de las viviendas del terror Una de las viviendas del terror

En este período Dutroux cometió numerosos robos, robando “todo lo que pudo encontrar” y extorsionando a los ancianos, incluida su propia abuela. Viajó hacia Europa Central, desde donde trajo de regreso a “muchachas muy jóvenes”, a las que secuestró y violó, a veces en presencia de Michelle Martin.

El 16 de diciembre de 1988, mientras estuvo preso en Jamioulx, Marc Dutroux se casó con Michelle. La pareja tuvo otros dos hijos, Andy y Céline, que nacieron en septiembre de 1993 y Noviembre de 1995.

Según el diario Le Parisien, Marc Dutroux nunca se ocupó de sus hijos, pero quería tener sobre todo una niña (Celine) para practicar el incesto e “iniciarla en el amor”. Pero ese fue un crimen -quizás el único- que nunca cometió.

El 24 de junio de 1995 secuestró a dos niñas, Julie y Mélissa. Las encerró en una celda en un sótano de su casa, abusó de ellas y filmó numerosos videos de las violaciones. Dos chicas más, An de 17 años y Eefje, de 19, fueron secuestradas el 22 de agosto por Dutroux con la ayuda de un cómplice, Michel Lelièvre.


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Como en la celda del sótano estaban las más pequeñas, a las dos nuevas secuestradas las encadenó a una cama en una habitación, abusó de ellas y las asesinó semanas después. La esposa de Dutroux, que vivía en la casa, estaba enterada de todos estos crímenes y colaboró en ellos.

El 14 de diciembre de 1995, Dutroux fue detenido y encarcelado por el robo de unos coches de lujo y permaneció arrestado hasta el 20 de marzo de 1996. Julie y Mélissa murieron de inanición durante este tiempo porque estaban encerradas. La esposa de Dutroux declaró que no se atrevía a bajar a la mazmorra a darles de comer porque le daba miedo lo que haría su marido si interactuaba de alguna forma con las niñas.

Los investigadores, mientras tanto, ignoraban los casos de pedofilia y asesinato.

Laetitia Delhez, una de sus víctimas Laetitia Delhez, una de sus víctimas

Dutroux fue liberado tras cumplir la condena por robo y siguió con el horror. Enterró a las niñas y en mayo de 1996, él y Lelièvre secuestraron a Sabine, de 12 años, cuando salía del colegio y en agosto, a Laetita, de 14 años, cuando iba de la piscina a su casa. Un testigo de este último secuestro fue capaz de recordar parte de la matrícula del coche, lo que llevó hasta Dutroux, pero en un primer registro de sus casas, la policía no encontró nada, pese a que ellas estaban en el sótano. Fue dos días después cuando Dutroux y Lelièvre, presionados en un interrogatorio, confesaron todo. Sabine y Laetitia fueron encontradas con vida.

Dutroux tenía retenidas a las niñas en el sótano de una de sus casas, donde había construido una celda.

El 13 de agosto de 1996 Dutroux y su cómplice fueron detenidos. Dutroux confesó que en el jardín de su otra casa encontrarían los cadáveres de las más pequeñas y también el cuerpo de un amigo, Bernard Weinstein, a quien por una discusión sobre drogas, y en otro ejercicio de sadismo, castró y enterró vivo. Finalmente, indicó el lugar, próximo a su casa, donde estaban los cuerpos de An y Eefje.

La lenta y poco eficaz investigación policial indignó a la sociedad belga. Indignación que aumentó en 1998, cuando Dutroux, que era trasladado sin esposas hacia el tribunal, logró escapar. Fue recapturado horas después.

Michelle Martin, la esposa de Dutroux Michelle Martin, la esposa de Dutroux

En 2004 lo condenaron a cadena perpetua. Lelièvre recibió 25 años de prisión. Michelle Martin, al cumplir 16 de los 30 años a los que fue condenada, salió de prisión e ingresó en un convento de las hermanas Clarisas.

Sabine y Laetitia sobrevivieron. Regresaron a la casa de los horrores en 2004 como parte de un homenaje a las víctimas. La histórica ‘marcha blanca’, una manifestación sin precedentes en Bélgica que congregó en silencio a más de 300.000 personas en Bruselas, motivó una reforma legislativa, la reorganización de los servicios de orden público y la creación de un centro para niños desaparecidos.

La mujer de Dutroux, Michelle Martin, que ahora tiene 62 años, lleva diez en el convento para escándalo de no pocos belgas que se manifestaron en su momento frente a la residencia de las monjas Clarisas. El arzobispo de la región se distanció entonces de la decisión que “depende de la voluntad de las hermanas”. La abadesa del convento, sin dejar de estar “conmocionada por el sufrimiento de las familias”, afirmó que estaban listas para acoger a Martin.

El mayor de sus hijos, Frédéric, ahora de 38 años, habló para una publicación cuando su madre fue trasladada al convento, y aunque no tiene contacto con ella, la defendió: “Ella no es un monstruo; le deseo que encuentre la paz”. Los padres de las niñas violadas que murieron desnutridas, sin ingerir alimentos ni agua durante meses, dentro de una mazmorra, mientras ella vivía en el piso superior, jamás pronunciaron.

El 22 de agosto de 2018, el asesino envió una carta a los familiares de sus víctimas. “Prometo que no busco contacto directo con los familiares de las víctimas, ahora estoy listo para brindar respuestas si ellos quieren hacer preguntas. El objetivo no es crear polémicas o reabrir las heridas, sino contribuir, incluso de una manera muy modesta, a sanarlas”.

Los familiares respondieron que era una canallada más del asesino, que sólo busca llegar a la libertad condicional.

El infierno que causó lo perseguirá siempre. Ni siquiera puede ser borrado con la destrucción de las dos casas del horror.