Santiago del Estero, Jueves 28
Marzo de 2024
X
Revista

La historia de cómo los smartphones se volvieron inteligentes

El iPhone y sus imitadores representan un producto que no existía hace 10 años.

28/12/2016

El 9 de enero de 2007, uno de los emprendedores más influyentes del planeta anunció una novedad: un producto que iba a convertirse en el más rentable de la historia.

Era el iPhone, un producto que, en muchas formas, ha definido la economía moderna.

Una de esas formas es la pura rentabilidad del objeto: hay solo dos o tres empresas en el mundo que ganan tanto dinero como Apple solo con el iPhone.

También está el hecho de que creó una nueva categoría de producto: el smartphone. El iPhone y sus imitadores representan un producto que no existía hace 10 años pero que es ahora un objeto de deseo para una gran parte de la humanidad.

Y luego está la forma en que el iPhone ha transformado otros mercados: el del software, el de la música y el de la publicidad.

Esos, sin embargo, son solo los hechos obvios vinculados al iPhone. Cuando te sumerges con más profundidad, la historia es sorprendente.

El crédito del éxito se lo suelen llevar Steve Jobs y otras figuras líderes en Apple, como su socio en los inicios Steve Wozniack, su sucesor Tim Cook, su diseñador visionario Jony Ive.

Pero algunos de los actores más importantes en esta historia han sido olvidados.

¿Qué hace realmente a un iPhone ser un iPhone? En parte es su diseño atractivo, la interfaz de usuario, la atención al detalle en la forma en que funciona el software y se siente el hardware.

Pero tras la superficie cautivadora del iPhone hay algunos elementos críticos que lo hicieron posible, así como a otros teléfonos inteligentes.

La economista Mariana Mazzucato ha hecho una lista de 12 tecnologías clave que hace que funcionen los smartphones.

En cuanto al hardware, son las siguientes:

microprocesadores minúsculos

chips de memoria

unidades de estado sólido

pantallas de cristal líquido

baterías basadas en el litio

Luego están las redes y el software:

la Transformada rápida de Fourier, que son pequeños bits de matemáticas que hacen posible convertir señales analógicas como el sonido, la luz visible y las ondas radiales en señales digitales manejables por una computadora.

Y quizás hayan escuchado hablar de esto: internet.

Un smartphone no es un smartphone sin internet.

Además, están el HTTP y el HTML, los lenguajes y protocolos que convirtieron la complicada internet en la accesible World Wide Web; las redes móviles, sin las cuales tu teléfono no solo no sería inteligente, sino que no sería un teléfono; los Sistemas Globales de Posicionamiento o GPS; la pantalla táctil y Siri, el agente de actividad artificial activado por voz.

Todas estas tecnologías son importantes componentes de lo que hace funcionar a un iPhone, o cualquier smartphone. Algunas no solo son importantes, sino indispensables.

Más allá de Steve Jobs

Pero cuando Mariana Mazzucato creó esta lista de tecnologías y revisó su historia, encontró algo sorprendente.

La figura fundacional en el desarrollo del iPhone no fue Steve Jobs. Fue el Tío Sam. Cada una de estas 12 tecnologías clave fue apoyada significativamente por gobiernos, con frecuencia por gobiernos de Estados Unidos.

Algunos de estos casos son famosos. Mucha gente sabe, por ejemplo, que la World Wide Web debe su existencia al trabajo de Sir Tim Berners-Lee.

Berners-Lee era un ingeniero de programas empleado en el Cern, el centro de investigación en física de partículas de Ginebra, financiado por gobiernos de toda Europa.

Y la propia internet empezó como Arpanet, una red sin precedentes de computadoras financiada por el Departamento de Defensa de Estados Unidos a principios de 1960.

El GPS era una tecnología puramente militar, desarrollada durante la Guerra Fría y abierta al uso civil solo en la década de 1980.

Otros ejemplos son menos famosos, aunque también importantes.

La Transformada rápida de Fourier es una familia de algoritmos que han hecho posible la transición desde un mundo donde el teléfono, la televisión y el gramófono funcionaban con señales analógicas, a un mundo donde todo es digitalizado y puede ser manejado por computadoras como el iPhone.

El algoritmo más común fue desarrollado por una intuición brillante del gran matemático estadounidense John Turkey. ¿En qué trabajaba Turkey por aquel entonces? Sí, lo han adivinado: en aplicaciones militares.

Más específicamente, formaba parte del Comité Científico Consultivo del presidente Kennedy en 1963, intentando averiguar cómo detectar cuándo la Unión Soviética estaba probando armas nucleares.

Pantallas táctiles

Los smartphones no serían smartphones sin sus pantallas táctiles, pero el inventor de la pantalla táctil fue un ingeniero llamado EA Johnson, cuya investigación inicial se llevó a cabo mientras era empleado del Royal Radar Establishment, una agencia del gobierno británico.

El trabajo fue luego desarrollado en el Cern, de nuevo. Finalmente, una tecnología multitáctil fue comercializada por los investigadores en la Universidad de Delaware en Estados Unidos Wayne Westerman y John Elias, que vendieron su empresa a Apple.

Pero incluso en esta etapa más avanzada del juego, los gobiernos tuvieron su parte: la beca de investigación de Wayne Westermann fue financiada por la Fundación Nacional de Ciencia y la CIA.

Luego está la chica con la voz de silicona, Siri.

En el año 2000, siete años antes del primer iPhone, la Agencia de Proyectos de Investigación de Defensa Avanzada, Darpa, comisionó al Instituto de Investigación de Stanford el desarrollo de una especie de prototipo de Siri, un asistente virtual que podría ayudar al personal militar en sus trabajos.

20 universidades se involucraron en el proyecto, trabajando frenéticamente en todas las distintas tecnologías necesarias para hacer realidad un asistente virtual activado por voz.

Siete años después, la investigación se comercializó como una start-up, Siri Incorporated, y fue solo en 2010 cuando Apple entró en juego para adquirir los resultados por una suma que no se hizo pública.

El apoyo público

En relación a las unidades de disco duro, las baterías de ion de litio, las pantallas de cristal líquido y los semiconductores, las historias son similares.

En cada caso, hubo brillantez científica y mucha emprendeduría del sector privado. Pero también montones de dinero puesto por agencias del gobierno, normalmente de Estados Unidos, y de algún brazo del ejército.

El propio Silicon Valley tiene una gran deuda con Fairchild Semiconductor, la empresa que desarrolló los primeros circuitos integrados prácticos a nivel comercial.

Y esta empresa, en sus comienzos, dependía de los contratos militares.

Obviamente no fue el ejército de Estados Unidos el que hizo el iPhone. El Cern no creó Facebook ni Google. Estas tecnologías, de las que tanta gente depende hoy en día, fueron perfeccionadas y comercializadas por el sector privado. Pero fue la financiación pública y los gobiernos tomando riesgos los que hicieron posibles estas cosas.

Esto es algo a tener en cuenta cuando reflexionamos sobre los retos tecnológicos que nos esperan en campos como la energía y la biotecnología.

Steve Jobs era un genio, nadie lo niega. Uno de sus proyectos laterales destacados fue el estudio de animación Pixar, que cambió el mundo del cine cuando lanzaron la película de animación digital Toy Story.

Incluso sin la pantalla tácil ni internet ni la Transformada rápida de Fourier, Steve Jobs podría quizás haber creado algo maravilloso.

Pero no hubiera sido una tecnología trascendental como el iPhone. Con más probabilidad hubiera sido, como Woody y Buzz, un juguete muy cautivador.

Tim Harford es autor de la columna "Economista Encubierto" del diario británico Financial Times. El programa 50 Cosas que cambiaron la economía moderna fue emitido en el Servicio Mundial de la BBC.